True Detective: El Rey Amarillo [Crítica 1x08]

True Detective llega a su final en un episodio que cierra de forma brillante una compleja y ambiciosa historia sobre dos personas repletas de demonios interiores y oscuridades, que logran encontrar un resquicio de luz al final del camino.

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Guión excelente

El ritmo pausado y el trato inteligente al espectador se han mantenido hasta los últimos instantes, sin giros efectivos ni tramposos en aras de sorprender al espectador. La historia de Pizzolatto ha transcurrido a fuego lento durante ocho episodios, explorando las personalidades de la pareja de protagonistas con delicadeza y desarrollando el caso en tres líneas temporales distintas.

La escritura del guión es formidable y merece la pena revisarlo con atención, pues cada paso que se da en la investigación tiene sus razones, conduciéndonos por un oscuro y asfixiante sendero donde nos encontramos cara a cara con la parte más terrorífica del ser humano. El gran merito de la serie es transmitir el terror a través de las palabras y reacciones de las personas, pues en ningún momento presenciamos las escenas violentas de forma esclarecedora.

Imagen HBO
[Alerta de Spoilers]

Carcusa

Marty (Woody Harrelson) advierte una pista que los lleva a Errol Childress: el mismo hombre que apareció fugazmente en el tercer episodio cortando el césped del colegio abandonado, el auténtico Rey Amarillo. Llevo semanas avisando que la identidad del asesino no es importante, ya que la trama nunca ha potenciado este recurso intrigante como eje de la historia, sino que se ha centrado en perfilar los dos protagonistas, indagando sus miserias, dudas, ambigüedades y negruras.

La secuencia climática de Rust (Matthew McConaughey) y Marty en Carcusa, el templo donde Errol cometía sus crímenes, es absolutamente escalofriante, aunque en la lucha final la serie adopta un tono más convencional que de costumbre, al ser Rust el encargado de acabar con el villano principal.

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Nadie puede negar la maestría de la toma filmada por Cary Joji Fukunaga, ni las tensionadas interpretaciones de Matthew McConaughey y Woody Harrelson, pero es cierto que, tras rompernos el coco durante semanas elaborando complejas teorías, el cierre del caso ha resultado un tanto simple. 

El Rey Amarillo 

Pizzolatto iba dejando pistas escondidas para que los fans más observadores las fuesen recabando, tales como los dibujos de las hijas de Marty , las posiciones que situaban sus muñecas o el cuadro que preside el salón. Resulta algo decepcionante que se haya dejado todo ello en el aire y pendiente de resolución, ya que la promesa inicial de la producción fue que todas las tramas y detalles tendrían explicación. 

Errol Childress (Glenn Fleshler), junto a sus primos – los hermanos Ledoux-, llevó a cabo durante años rituales satánicos en los que violaba y mataba a niños, proyectando la maldad que fue transmitida por su padre, que junto a otros Tuttles abusaron de él durante su niñez. No se llega a especificar el contexto de la historia, pero todo parece indicar que dicha familia lleva varias generaciones cometiendo estos delitos y así seguirán durante los próximos años, ya que consiguen evadir la justicia, al negar cualquier tipo de vínculo en los crímenes de Erroll.

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Oscuridad y luz

Por el otro lado, el cierre de Rust y Marty es plenamente satisfactorio, ya que la experiencia que sufren en Carcusa, una apología del infierno y la muerte, los lleva a abandonar el pesimismo inherente en su sangre y encontrar el rincón de luz que habita en su ser. Cohle experimenta, por primera vez en mucho tiempo, una sensación de que la humanidad es algo más que un accidente de la evolución, dejando atrás su pesadumbre nihilista y aferrándose al calor que sintió cuando fue envuelto por la negrura de la muerte. 

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Un giro optimista e inesperado para el personaje, que ha tenido que pasar un pasaje de pesadillas y terrores durante 15 años para reconectar finalmente con sus sentimientos más humanos. Marty tampoco puede mantener la fachada tras la que lleva escondiendo sus miedos durante años y, por primera vez en la serie, lo vemos caer en un llanto sincero y auténtico ante su familia, que jamás podrá perdonarle todo lo que hizo.

Imagen HBO

En la escena final se cierra brillantemente la relación entre ambos protagonistas, viendo cómo pueden contar el uno con el otro y encontrando un sentido a sus existencias. Un final satisfactorio y coherente, que sirve de broche a una serie que vuelve a encumbrar a la HBO en lo más grande, aunque queda el resquicio de no haber respondido a todos los interrogantes mitológicos que suscitó uno de los casos más enigmáticos y complejos que hemos visto en televisión.