The Walking Dead: ¿Los niños son el futuro? [Crítica 4x10]

Malas noticias para quienes esperaban una decepción en la segunda mitad de esta cuarta temporada de The Walking Dead: la historia parece llegar a su mejor momento. Después de un primer episodio un tanto cansino, muchos pensamos que el ritmo de este segundo tramo de la historia se vería innecesariamente alargado para llegar a una conclusión épica, pero no parece ser el caso, en Inmates suceden tantas cosas que me resulta imposible enumerarlas y no aburrir al lector (que en definitiva ya vio el episodio).

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Pasemos directamente a los aspectos sustanciales que hicieron tan bueno a este capítulo.

Lo mejor: drama y tensión

Por la propia idiosincrasia del medio, la televisión a veces alberga esa magia que no puede plasmarse en el papel. Para este episodio la directora Tricia Brock juega con la ansiedad del espectador dejándolo al borde de su asiento durante 45 minutos, y todo gracias al puzzle argumental con piezas repartidas entre los distintos subgrupos de sobrevivientes.

La idea de contar una misma historia desde distintas perspectivas y en diferentes segmentos temporales no es nada nuevo, pero pocas veces se emplea de forma tan efectiva como en este capítulo. El resultado final le permite al espectador concentrarse en un diálogo interno donde intenta adivinar a cada momento el desenlace final de todas las piezas juntas.

Imagen AMC Networks

Pero el episodio no se sostiene solo en un rompecabezas diegético, también existen elementos sustanciales del argumento que son desarrollados en profundidad y los cuales hay que tener en cuenta para comprender uno de los mensajes implícitos en The Walking Dead.

Me refiero específicamente al papel de los niños en este nuevo mundo, ¿dónde está el futuro?, ¿cuáles son las consecuencias de crecer en un ambiente tan hostil? En el primer episodio Kirkman hizo énfasis en Carl Grimes ( Chandler Riggs) y el crecimiento que el personaje evidencia luego de tantos vaivenes emocionales.

En este segundo episodio el foco cae sobre Lizzie ( Brighton Sharbino), uno de los personajes más interesantes que va mostrando la serie en su totalidad. De hecho, si tuviera que elegir una escena de Inmates, mi elección correspondería a la secuencia donde Lizzie intenta acallar el llanto de Judith y en el intento le revela al espectador una suerte de disfrute morboso del asesinato. Si a esto le sumamos la reaparición de Carol ( Melissa McBride) en el elenco entonces estamos en condiciones de reflotar la teoría de Lizzie como la homicida de la prisión.

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En este escenario simbólico de los niños y el futuro, Judith representa la esperanza en la vida y el futuro que vendrá. Es más que entendible que los directores hayan optado por su salvación en lugar de una cruda muerte más.

Imagen AMC Networks

Lo peor: tenemos que hablar de este final

Personalmente me gustó que finalmente hayan introducido personajes del cómic tan emblemáticos como Abraham ( Michael Cudlitz), Eugene ( Josh McDermitt) y Rosita ( Christian Serratos), pero su aparición en escena me hizo recordar al final de La Vida es Bella con el soldado americano luciendo su sonrisa inmaculada en pleno campo de concentración.

El escenario no era el propicio para que Rosita Espinosa hiciera su aparición con atuendo tan provocativo, sencillamente choca con el ambiente generado. Además, nos lleva a pensar que los productores aprovecharon la oportunidad para introducir un personaje con sex appeal en la serie, priorizando resultados por sobre calidad de forma demasiado evidente.

Puntaje 9/10: Este episodio es sencillamente uno de los mejores de toda la serie. Posee todos los elementos visuales para hacerlo atractivo al espectador y además profundiza en muchos fundamentos esenciales del argumento.