Game of Thrones: rompiendo cadenas [Critica 4x03]

Después de los dos primeros episodios, en los que nos pusimos a tiro con los personajes que habíamos abandonado el año anterior y en los que se establecieron los acontecimientos que servirán como motor narrativo de toda la temporada –algunos más o menos esperables, otros completamente inesperados y revolucionarios; ya saben a qué me refiero–, se podría decir que este tercer capítulo de la temporada 4 de Game of Thrones se permite ya adentrarse en otros terrenos y plantarse como uno mucho más atrapante, dinámico y entretenido que los que lo precedieron. Ahora sí comenzó la temporada.

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(Spoilers del último episodio de Game of Thrones)

El "héroe" oculto

Operando desde las sombras se encontraba Petyr “Meñique” Baelish, cuya ausencia de los episodios anteriores ya debería haber bastado para levantar alguna sospecha.

Un personaje de estas características, que además ya había manifestado algún interés en cortejar a Sansa (por motivos espurios, no romanticismo, naturalmente), es, viéndolo en retrospectiva, el que resulta más lógico como parte de una conspiración para asesinar al Rey Joffrey, y se convierte así en un héroe inesperado.

Sansa, mientras tanto, sigue cumpliendo su papel del personaje más débil, vulnerable, manipulable e inocente de la serie, todas características que, en un universo como el de Juego de Tronos, se vuelven rápidamente en su contra y siguen relegando a un segundo plano a su bondad o su belleza angelical.

Imagen HBO

Sansa es una joven que, a diferencia de las mujeres poderosas de la serie –o, al menos, las que logran no ser sometidas y utilizadas–, aún no ha descubierto que en su belleza reside su poder. La otra arma con la que cuentan las mujeres en Game of Thrones, es su capacidad de manipulación y engaño (la que está aprendiendo y aprehendiendo cada vez más Arya), completamente inexistente en Sansa.

Los Lannister y sus deudas

Y hablando de manipulación y engaño, Cersei intenta convencer a Jaime de que mate a Tyrion, extorsionándolo de todas las maneras posibles, apelando al sentimentalismo (“¡Era nuestro hijo!”), a la compasión, llorando en su hombro y, finalmente, tratando de aprovecharse de la atracción sexual que despierta en él, besándolo para luego alejarse, aunque esta estrategia le resultó trágicamente fallida y dio lugar a una de las escenas más perturbadoras y macabras que se hayan visto en la televisión.

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Tyrion se encuentra en una situación realmente compleja y sin fácil salida. Sabemos por experiencia que en Game of Thrones nadie está a salvo y que el destino de Tyrion es genuinamente incierto, pero también parecería un abuso –en términos de ritmo narrativo– tener próximamente una muerte tan importante y significativa como lo sería la de Tyrion. De todos modos, esto es especulación.

Lo cierto es que Tyrion, que nos cautivó con su inusitada valentía en la batalla, con su espíritu solitario pero bondadoso y con sus respuestas agudas, sarcásticas e inteligentes a los miembros de su familia que carecen notoriamente de esta fina ironía y de sentido del humor (pero que llenan ese vacío con pura maldad), ahora deberá enfrentar las consecuencias de esa sarcástica verborrea, ya que el manifiesto odio a su hermana y una genérica pero desafortunada amenaza, son lo que hacen que ahora sea el principal sospechoso.

Las consecuencias de las acciones y dichos de cada personaje es algo que se pone de relieve con esto, como lo hemos visto a lo largo de la serie, aunque este aspecto no tenga en absoluto que ver con la justicia, sino más bien como una simple relación causa y efecto.

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Tywin, mientras tanto, ya ha sacado provecho del asesinato de Joffrey en varios aspectos, por lo que su involucramiento en el hecho es, al menos, dudoso.

Por una parte, ha adoptado rápidamente el papel de consejero del nuevo rey, el jovensísimo Tommen, que parece bastante más sensato que su hermano y, sobre todo, dispuesto a escuchar y seguir los consejos de su abuelo.

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Además, Tywin ya ha previsto una eventual defensa ante Daenerys Targaryen y sus dragones, tratando de poner a Oberyn Martell (personaje que parece condenado a ver sus orgías interrumpidas por asuntos más urgentes) de su lado, en una habilidosa negociación por parte de Tywin, que comenzó con un hombre que le tenía jurada la venganza y terminó con uno que le debe un favor y que, por ser dorniense, es uno de los más confiables a la hora de combatir dragones.

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Oberyn Martell es una gran adición a la serie y es como una versión más sádica, más promiscua y más atractiva de Tyrion Lannister, de modo que no será del todo inesperado que lo apoye en el juicio que enfrentará por el asesinato del rey.

La última ciudad de esclavos

La épica y cautivante cruzada libertadora de la Khaleesi sigue siendo de los mejores momentos de la serie, no sólo por ese imponente ejército detrás de ella, sus implacables y leales hombres de confianza y sus causas justas, sino por la espectacularidad visual que tienen muchas de sus escenas, y ese aire entre misterioso y expectante que generan sus discursos en valyrio.

Imagen HBO
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Otras observaciones:

  • Finalmente, las cosas comienzan a agitarse un poco más en Rocadragón, con la noticia de la muerte de Joffrey –que Stannis atribuye a la magia de Melisandre–, mientras Ser Davos busca ejércitos que los apoyen.
  • Los Thenns siguen sembrando terror con su aspecto espeluznante e intimidante y, junto con los Salvajes liderados por Tormund Giantsbane, parecen un ejército con el que nadie querría tener que pelear. Las cosas parecen bastante difíciles para la Guardia de la Noche.
  • El Perro Clegane y Arya siguen aportando algunos de los momentos más disfrutables y divertidos, con sus notables diferencias de carácter y personalidad, pero también con un profundo entendimiento mutuo, camuflado siempre detrás de diálogos conflictivos o levemente insultantes.
  • “Me gustaría pensar que si hubiese planeado un asesinato realmente, lo haría de tal forma que no me quedaría allí parado como un tonto cuando el rey muere”. Tyrion.