Contratiempos en ‘House of Cards’ (Crítica 1x03)

Si algo achacábamos a House of Cards en sus primeros dos episodios, era la comodidad con la que Frank Underwood ( Kevin Spacey) solventaba los diferentes problemas que se le iban presentando. Exigíamos ver a Frank contra las cuerdas, exponerse ante situaciones límite y comprobar que también puede cometer errores. En este episodio vemos los primeros contratiempos a los que se enfrenta Frank en su camino para derrocar la administración presidencial.

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No hay que negar la tremenda calidad que impregna cada escena de House of Cards, aunque la falta de originalidad respecto a su antecesor es una dura carga. La evolución argumental sigue los mismos pasos que la versión original, con escasas novedades que puedan interesar a los que ya vieron la serie de Beau Willimon.

La interpretación de Kevin Spacey es el punto fuerte de la producción, consigue monopolizar los 40 minutos de cada capítulo gracias al magnetismo que desprende en cada una de sus apariciones.

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Un accidente desafortunado

El accidente de coche de una joven, al chocar con una infraestructura que el mismo Underwood impulsó años atrás, es la causa de que la figura de nuestro querido político empiece a tambalearse. Un viejo enemigo decide utilizar esta terrible muerte para empañar la imagen de Frank, justo en plenas negociaciones con las entidades educativas.

Underwood se ve obligado a dejar momentáneamente de lado la reforma en educación, para partir hacia su tierra natal y solucionar el entuerto. El panorama que se encuentra al llegar es poco halagüeño: unos padres destrozados por la muerte de su hija y un político con viejas rencillas. Revertir la situación presupone misión imposible, más al tener que compaginar, por teléfono, la reunión de Washington. Por primera vez sentimos en nuestra piel el estrés sofocante al que está sometido Underwood, teniendo que lidiar simultáneamente con dos problemas de gran envergadura.

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En este capítulo nos muestran la hipocresía política, cómo utilizan estratégicamente los sentimientos de las personas en pos de un interés personal. Underwood, que es un experto en estas lides, consigue manipular a los padres de la joven muerta gracias a un discurso elocuente e inteligentemente conducido hacia el terreno más emocional. Se hace con el control de la situación en tiempo récord, consiguiendo llegar a Washington para encauzar unas negociaciones que, con su ausencia, se estaban poniendo cuesta arriba.

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Protagonismo de las mujeres

Hasta el momento solo habíamos visto el lado más frío de Claire ( Robin Wright), despachando media empresa y dominando a su marido Frank. En este episodio se nos muestra por primera vez sus sentimientos y miedos. Es de agradecer poder ver su lado más humano, esperamos que nos enseñen cada vez más matices de una mujer que, para llegar tan lejos, ha debido tener que superar multitud de problemas y dificultades.

La química que tiene con Underwood es deliciosa; sabe manejar a la perfección a su marido para poder despejarle las ideas y conducirle por el camino adecuado. Se complementan a las mil maravillas y consiguen sacarse mutuamente lo mejor de cada uno.

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La joven periodista Zoe Barnes ( Kate Mara) es la única que puede interponerse en este cuento de hadas, su determinación y ambición están empezando a seducir a Frank. Veremos cómo potencian este hilo argumental, ciertamente sería interesante ver a Frank envuelto en líos domésticos, a ver si soluciona dicho entuerto con la misma facilidad con la que lidia los problemas en la oficina.  

Historias secundarias

El ascenso de Zoe Barnes en la redacción de The Washington Post sigue siendo meteórico aunque, con su actitud desafiante, se está empezando a ganar a más de un enemigo. Sigue siendo la línea argumental más débil de la serie, puesto que, hasta el momento,  no hemos visto más que una lluvia de tópicos por doquier.

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El senador Peter Russo sigue con sus problemas de adicción y parece que, en un futuro, traerá más de un quebradero de cabeza a Underwood. Su historia resulta anodina y sobrante, posiblemente acabe entrelazándose con la conspiración política pero, a estas alturas, no acabamos de entender porqué le dedican tantos minutos.

Las piezas se están entrelazando y ya queda poco para que Underwood lleve a cabo su plan maestro. Se avecina tormenta en el despacho oval y todo parece indicar que próximamente rodarán cabezas.