Ali y el cine: una biopic, un documental y una anécdota para conmemorar el legado de Muhammad Ali

La muerte de Muhammad Ali, a los 74 años, no fue realmente sorpresiva, con los notorios problemas de salud que lo aquejaban desde hace mucho tiempo, pero no por esto su impacto fue menos significativo.

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Su desaparición física es una más de estas recientes, como las de David Bowie o Prince, que parecen mojones históricos destinados a dejar atrás definitivamente el siglo XX, definido cultural y políticamente en gran parte por estos nombres.

Y mencionarlo junto a estos dos artistas no es algo casual, ya que a pesar de haberse hecho célebre como atleta y de haber protagonizado algunos de los acontecimientos más épicos y memorables del boxeo profesional, el legado de Muhammad Ali excede ampliamente el del deporte, y su figura fue tan influyente y relevante en la esfera política y cultural como lo fue adentro del ring.

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Desde los mismos inicios de su carrera profesional, cuando ganó el campeonato mundial de peso pesado, a los 22 años, Ali era el primero en demostrar, reconocer o gritar a viva voz sus virtudes como boxeador invencible, como ingenioso entrevistado y fascinante orador, como carismático ídolo de multitudes.

Pero su gesto más admirable fue otro. Por encima de todo eso que él consideraba ser (y era), puso su raza y su religión. Un gesto desafiante y esencialmente político, que obligaba a todo el que lo quisiera admirar por sus logros deportivos a reconocer que estaba admirando antes que nada a un negro musulmán.

Fue amigo de Malcolm X y se negó a ir a Vietnam a luchar una guerra que consideraba no era suya (“Ningún vietnamita nunca me llamó negro”), lo que le valió la suspensión deportiva en los mejores años de su carrera, pero también convertirse en un ícono de la contracultura en los agitados años 60.

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Todos estos aspectos de la vida de Muhammad Ali han sido tomados por la cultura popular y han sido retratados en diversas obras, desde películas y series, pasando por documentales y canciones, hasta libros y cómics.

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A modo representativo, aquí recordamos una película biográfica protagonizada por Will Smith, un aclamado documental y una curiosa anécdota vinculada a Rocky II.

La biopic: Ali, de Michael Mann (2001)

La película del gran director Michael Mann ( El último de los Mohicanos, Heat, The Insider) fue un fracaso de taquilla y no es especialmente recordada como una obra que esté a la altura de la figura que se propone representar.

Y se puede entender perfectamente por qué sucedió esto: el director y sus guionistas tomaron una decisión tan arriesgada y osada como el mismo Muhammad Ali, aunque los resultados no fueron tan eficaces.

El film es casi por completo un drama político y ocasionalmente familiar, apenas enmarcado en el mundo del boxeo.

No hay más de tres o cuatro peleas en toda la película, en sus más de dos horas y media de duración, y encima una de ellas es la que Ali pierde con Joe Frazier. Es evidente que Michael Mann no quería retratar especialmente la gloria deportiva de Ali. 

Por el contrario, la película muestra en detalle su amistad con Malcolm X, el distanciamiento entre ambos y el brutal asesinato de éste en 1965; también su vínculo espiritual y de negocios con la Nación del Islam, la relación con su familia, con sus amigos y con sus distintas novias y esposas, y el impacto que causó su presencia en África, tanto en los africanos como en él mismo. 

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Al minimizar la parte deportiva, se podría decir que la película es tal vez lo que Ali hubiera querido para su biopic, un retrato sobre el costado político, espiritual y militante de un hombre que, incidentalmente, debía su fama al boxeo.

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El documental: When We Were Kings, de Leon Gast (1996)

Este documental, que registra la histórica pelea denominada Rumble in the Jungle en Zaire, entre Muhammad Ali y George Foreman, es sencillamente uno de los mejores documentales jamás realizados.

En parte porque los hechos que retrata son por sí mismos increíbles y emocionantes y en parte porque captura a la perfección la atmósfera y las sensaciones que vivieron los involucrados antes y durante el enfrentamiento, el contexto social, político y cultural en el que todo ocurrió (hubo además un concierto que incluyó a leyendas de la música negra como B.B. King y James Brown).

La pelea tuvo lugar en 1974 y definiría el título de los campeones pesados.

Fue organizada por Don King, a quien ya se puede ver en el documental como un astuto promotor y estratega publicitario, no exento de cierta polémica, como el hecho de situar la pelea en un país gobernado por el abominable dictador Mobutu, que además la financió.

Muhammad Ali era el retador. Tenía 32 años y ya su mejor momento había pasado. George Foreman, de 25 años, era el campeón que todavía no conocía derrotas, célebre por su poderosos golpes y su resistencia, más joven y potente que Ali.

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El documental, además de su contexto africano y el potente significado de la presencia de Ali allí, en un pueblo sometido, es esencialmente la historia de redención del héroe venido a menos, que debe enfrentar un villano mucho más poderoso que él con todas las apuestas en su contra, casi literalmente. 

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Una anécdota: el día que Ali vio Rocky II

Es sabido que el memorable Apollo Creed, interpretado por Carl Weathers, está inspirado en Muhammad Ali. Un boxeador afroamericano, campeón de los pesos pesados, un poco presumido, hablador y teatral, admirado por todo el mundo incluyendo sus rivales, como Rocky Balboa.

Rocky II se estrenó en 1979, el año en que Ali anunció su retiro, pese a que después tendría un par de desafortunadas peleas más cuando ya su estado de salud comenzaba a agravarse.

El afamado crítico de cine Roger Ebert vio la secuela de Rocky junto a Muhammad Ali y publicó una crónica en el Chicago Sun-Times.

Así narró Ebert el acontecimiento, que consistió en una función privada especial en las instalaciones de la MGM, a la que Ali asistió además con su esposa y su hija:

Ali vio las escenas de apertura de Rocky II en silencio, sin hablar hasta la escena en la que Apollo Creed, el campeón de los pesos pesados, lanzó por televisión un desafío para hacer que Rocky volviera a enfrentarlo en el ring. “Está bien, ese soy yo” dijo Ali, “Apollo se parece a mí. Insultando al oponente en la prensa para afectarlo psicológicamente. Es igual a mí” (...) Le pregunté si pensaba que Rocky podía estar también inspirado en él. “De ninguna manera. Rocky no se comporta como yo. Apollo Creed, cómo baila, como lanza los golpes, como habla... ese soy yo”. (...) Ahora era momento de la escena climática de pelea en Rocky II: más larga, más violenta y más emocionante que el final de la Rocky original. En su vestuario, Apollo Creed lanzaba golpes a su imagen en el espejo. “Carl Weathers me dijo que los golpes, los bailes, todo el estilo de Apollo Creed lo sacó de ver mis películas” dijo Ali. “Cómo tira golpes al espejo, esos no son movimientos reales de pelea, pero para la película lucen muy bien. Y la motivación aquí es perfecta. Apollo ganó la primera pelea, pero algunos dicen que Rocky debió haberla ganado. Si pierdes una gran pelea, te va a afectar por el resto de tu vida. Te va a acosar hasta que obtengas la revancha. Como campeón, al ser casi derrotado por un peleador callejero, tiene que tener su revancha” Apollo Creed y Rocky Balboa peleaban en el cuadrilatero del Philadelphia Spectrum, las imágenes mostraban a la esposa de Rocky en su casa, mirando nerviosamente por televisión, y a la esposa de Apollo al costado del ring, mirando nerviosamente a su esposo. “Hasta la esposa de Apollo se parece a mi esposa Verónica” observó Ali. Apollo le estaba gritando a Rocky: “¡Vas a caer! ¡Te voy a destruir! ¡Soy el amo del desastre!” “Las primeras dos líneas, esas son mías” acotó Ali. “Eso de ‘el amo del desastre’...me hubiera gustado que se me ocurriera a mí” (...) “En una pelea real” dijo Ali, “nunca permitirían que tenga los ojos así de cerrados y dejar que siga la pelea. La detendrían” En Rocky II no la detuvieron, y la pelea siguió bastante más. Ali aseguró que en la vida real ningún boxeador podría recibir todos los golpes que Apollo y Rocky recibieron. Finalmente, la sala fue ocupada por la canción de Rocky, las luces se encendieron y todos los presentes aplaudieron la película. Muhammad Ali se levantó suavementa para no despertar a su hija, en su brazos, y se la dio a su esposa. “Una gran película” dijo. “Un éxito. Tiene todos los ingredientes. Amor, violencia, emoción. Nunca disminuye el entusiasmo” ¿Qué piensas de cómo terminó la pelea? “Si el hombre negro hubiera triunfado, iría en contra de los ideales estadounidenses. Yo he sido tan grande en el boxeo que tuvieron que crear una imagen como la de Rocky, una imagen blanca en la pantalla, para contrarrestar mi imagen en el ring. Estados Unidos tiene que tener sus ídolos blancos, no importa de dónde vengan. Jesus, Wonder Woman, Tarzán y Rocky”

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