5 inolvidables programas infantiles de Argentina

La historia de la televisión argentina está estrechamente ligada a la identidad de su propio país —cosa que sucede de igual manera en cualquier parte del mundo—. Aunque surgió oficialmente en el año 1951, la «tele» argentina no obtuvo su completa gama de contenidos hasta 1957, año en que se decretaron las licencias para las primeras emisoras privadas (hasta ese momento las emisiones eran en su mayoría retransmisiones de contenidos extranjeros, partidos de fútbol, el noticiero nacional, programas de cocina y las primeras incursiones en ficción televisiva).

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Con la llegada de la década de los 60 aparecieron los primeros programas infantiles, los cuales «hicieron escuela» al pautar normas y formatos que aún hoy se siguen respetando (teniendo en cuenta la notoria disminución del público gracias a la aparición del internet y los actuales sistemas de streaming). 

Si has nacido en la década de los 80 o incluso en los 90, de seguro podrás recordar o al menos habrás oído hablar de los siguientes e inolvidables programas infantiles que presentaremos a continuación y que marcaron para siempre la historia de la televisión infantil argentina.

Nota: Para mantener un parámetro más simple, solamente incluiremos en el listado  programas de no ficción, dejando afuera (pero no por eso despreciando) telecomedias como Pelito (1983), telenovelas infantiles como El árbol azul (1991), series animadas nacionales como Las aventuras de Hijitus (1967) o increíbles shows de lucha libre como Titanes en el ring (1962) que estarán para siempre en nuestra memoria.

1. El capitán Piluso

Nacido originalmente como un minishow en 1960, en el que el mencionado capitán (interpretado por el amado comediante Alberto Olmedo) acompañaba a los televidentes a la hora de la merienda —o «la hora de la leche», como se conoce en Argentina—.

El show era básicamente un sketch en el que  Piluso presentaba los primeros dibujos animados de Hanna Barbera llegados al país. El más recordado de ellos es  Huckelberry Hound (1958). Con el tiempo, se volvió un programa de contenido humorístico cuando apareció la figura de Coquito ( Humberto Ortiz), un marinero bonachón y poco avispado que era víctima de las bromas de Piluso en complicidad con el público infantil.

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El programa fue un éxito popular hasta el año 1976, cuando el gobierno pasó a estar bajo el control de las Fuerzas Armadas y el personaje fue gradualmente censurado hasta dejar las pantallas. Si bien Olmedo siguió una exitosa carrera actoral para el público adulto con tintes mucho más picarescos, su personaje de Piluso está entre los más amados por 2 generaciones de argentinos.

2. El show de Gaby, Fofó y Miliki 

El show tiene como protagonista a un trío de payasos originarios de España, heredero de una larga tradición familiar de artistas circenses que llegaron a Latinoamérica en busca del sueño del inmigrante en 1946. Primero arriban a Cuba, donde inician sus incursiones televisivas, y después a Puerto Rico.

Finalmente, llegan a Argentina en 1970 con su primer show,  El zapato rojo, que luego pasaría llamarse El show de Gaby, Fofó y Miliki. Los personajes eran encarnados por  Gabriel Aragón, Alfonso Aragón y Emilio Aragón Bermúdez, respectivamente. Además, se incluyó la aparición del cuarto payaso: Fofito (Alfonso Aragón Sac), hijo de Fofó.

El programa era un show de contenido con una audiencia infantil en el set, con música, chistes y sketches que denotaban el notable ingenio de los payasos para las bromas rápidas y los juegos de palabras. Se empleaba en la misma cantidad una gran picardía, así como también una adorable ternura, pero, debido a las tensiones políticas de esa década en Argentina, el cuarteto de payasos regresaría a España en 1972, dejándonos sus geniales canciones que todavía son cantadas y a las que todavía se hace referencia.

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3. El show de Carlitos Balá 

Si hablamos de televisión infantil Argentina, Carlitos Balá es lo más parecido a un prócer histórico. Este actor y comediante inició su carrera en la radio, pero su picardía natural le permitió ganarse un lugar propio en varios programas televisivos, por lo que participó como protagonista en diversos sketches.

Fue en 1979 que obtuvo su primer programa infantil, en el que incluyó elementos didácticos y pregonó valores muy loables. Incluso fomentó el abandono del chupete al inventar el «chupetómetro», un enorme tubo cilíndrico que debía llenarse con los chupetes de los niños que los enviasen a su programa, el cual duró hasta el año 1987.

Estrictamente hablando, Carlitos Balá no aportó demasiado al género, pero su accionar detrás de cámara ejemplificaba las lecciones que impartía por televisión, básicamente pregonando con el ejemplo y actuando con sincero aprecio por los niños. Ya con más de 90 años de edad, Balá fue declarado una personalidad destacada de la cultura de la ciudad de Buenos Aires y un embajador de la paz en Roma.

4. El show de Carozo y Narizota

Estos personajes creados por el titiritero José Luis Telecher fueron utilizados como las mascotas de 2 programas infantiles de éxito pasajero. La genial dinámica entre Carozo (el perro azul) y Narizota (una garrapata de enorme nariz) los hizo ganarse su propio show en 1980. Fueron los primeros títeres en tener un programa propio de contenidos infantiles.

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Fue un verdadero éxito, no solo por lo divertido de las reacciones de Narizota —el personaje más enojón y, por ende, el más gracioso del dúo—, sino también por las valiosas lecciones de vida que se impartían de manera didáctica acompañadas por rimas o canciones. Estas enseñanzas trataban sobre la hora de dormir, hacer los deberes o cepillarse los dientes —«obligaciones» típicamente vistas como molestas por la mayoría de los niños.

El programa concluyó en 1989, pero los títeres emigrarían a Estados Unidos para aparecer en el canal de habla hispana Telemundo. Desde 1995 hasta 2011, se emplearon los títeres para diversas campañas publicitarias y como curiosidad mediática ligada a la nostalgia de Argentina. 

5. El agujerito sin fin 

En el año 1991 aparece este programa sumamente exitoso que reinventó la imagen del conductor adulto y paternal por la de Julián Weich, un antiguo actor infantil y eterno adolescente, más parecido a un «hermano mayor buena onda» o un «primo copado» (como se decía en Argentina por esas épocas) que se colocaba al mismo nivel del espectador y lo veía como un igual.

El formato del programa incluía otros conductores, como Pablo Marcovsky y María Eugenia Molinari, que compartían intereses más cercanos a la adolescencia que a la niñez (la música actual y los videoclips, por un lado, y el cine, por el otro). Sin embargo, eran tratados de manera tan amena gracias al carisma de Weich que básicamente cualquiera podía disfrutarlo sin problemas.

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El programa duró hasta 1993, pero tuvo una segunda encarnación, en la que se aumentó el reparto con Nancy Dupláa en constante charla paródica de opiniones con Buraco (un monstruo grosero y la mascota del programa, cuyo nombre es la palabra en portugués para agujero). Además, incluía concursos y sorteos.

¿Recuerdas alguno de estos programas? ¿Cuál otro rememoras?