Las recetas son un aliado inigualable de cualquier persona que le guste cocinar. Por más experiencia y gustos específicos que tengamos, las recetas son siempre muy útiles para cocinar algo que nunca hayamos preparado, para acordarnos de cómo hacer nuestra comida favorita o como referencia para entender las proporciones que funcionan bien en las preparaciones.
La cucharada, la cucharadita y sus variaciones

En occidente, casi siempre las medidas (especialmente fuera del norte de Europa) las cantidades están medidas en tazas, cucharadas y cucharaditas. Estas unidades de referencia que aparentan ser tan inocentes de hecho ocultan variaciones de país a país, heredadas de las imprecisas medidas del pasado y de las diferencias reales entre unidades de medida que tienen el mismo nombre entre Estados Unidos y el Reino Unido (donde por ejemplo, las onzas líquidas varían considerablemente si son medidas bajo el sistema métrico, según qué estándar se utilice).
Las tazas son más uniformes en todo el mundo, aunque hay que tener mucho cuidado con ingredientes sólidos bastante comprimibles como la harina, donde una taza pueden llegar a ser realmente de 100 a 140 gramos (una diferencia del 40% es algo muy considerable). Los que más varían, sin embargo, son las cucharadas y las cucharaditas. La definición de “cucharada” puede ser 15 o 20 ml, según la interpretación. Al mismo tiempo, una cucharada puede equivaler a 3 o a 4 cucharaditas, también según cómo se la mire. Para empeorar las cosas, la cucharada inglesa nunca estuvo del todo estandarizada, pudiendo variar entre 14 y 18 ml.
Parecen valores pequeños, pero realmente pueden llegar a hacer una diferencia considerable para que nuestra preparación quede “perfecta” o “bien”. Es por eso que a la hora de cocinar con una receta es crítico utilizar el sentido común, que es el mejor amigo del cocinero. Si pensamos que las cantidades sugeridas no son ideales, es preferible actuar con precaución.








