Cómo disfrutar tu cerveza

Si hablamos, por ejemplo, de un vino tinto ya sabemos que para degustarlo debemos tomar la copa, hacer movimientos circulares con la misma, luego oler el contenido y después ingerirlo suavemente, sin apuro. Si se trata de un escocés, también acostumbramos a saborearlo detenidamente, entreteniéndonos en el aroma y demorando el sabor en la boca. Pero cuando se trata de cerveza, no tenemos ningún ritual asociado a su degustación, simplemente tomamos el vaso de cerveza helada y bebemos un gran trago.

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Quizás, con la aparición y el posicionamiento en el mercado (lento pero cada vez mayor) de cervezas artesanales, esta costumbre está cambiando, pero lo que ocurre habitualmente con la cerveza es eso: se bebe sin pensar.

A la hora de disfrutar una cerveza es fundamental beberla en jarra o vaso. Al beberla directamente de una botella o de una lata se pierde un alto porcentaje de sabor, al reducir uno de sus componentes esenciales: el aroma. No puede fluir libremente hacia la nariz si está atrapado en una botella o una lata. A través del aroma se pueden apreciar otros componentes que no posee el gusto, tales como el tipo de malta y el lúpulo.

También hay que tener cuidado en la temperatura. Sabemos que es agradable beber la cerveza bien fría, pero no es necesario que esté congelada ni beberla en esos vasos que se mantienen en el freezer. Esto sólo reduce el sabor.

Por tanto, si queremos disfrutar la cerveza de una forma más completa que no sea simplemente beberla mecánicamente, debemos prestar atención a estos aspectos mencionados: la forma en que se sirve, su aroma, su color y contextura, su temperatura, y también, principalmente, pensar qué sentimos cuando la estamos bebiendo.

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