"La Gran Barrera de Coral de Australia falleció en el 2016 tras una larga enfermedad. Tenía 25 millones de años. Descansa en paz", sentenció esta semana un titular de una revista estadounidense.
No, la Gran Barrera de Coral no está muerta, aunque sí grave
Científicos descalifican esta afirmación y la llaman irresponsable. En su lugar, urgen a colaborar con su protección.
El mundo entero se apresuró a dar sus condolencias y expresar su pesar en las redes sociales. Sin embargo, este obituario no es verdad. Hay una diferencia grande entre 'estarse muriendo' y 'estar muerto'... y se llama esperanza y compromiso ambiental, se apuraron a aclarar los investigadores que conocen el sistema de arrecifes más grande del mundo y buscan desesperadamente la forma de rehabilitar su enorme riqueza.
El mensaje debería ser "aún puede evitarse la muerte de uno de los ecosistemas más grandes y hermosos del mundo", explica Russell Brainard, jefe del Programa de Ecosistemas de Arrecifes de Coral y Pesquerías en las islas del Pacífico de la NOAA. “Estamos muy lejos de un obituario”, le dijo al Huffington Post , reconociendo que las afirmaciones que han surgido son irresponsables.
“La Gran Barrera de Coral no está muerta por completo. Muchos corales sufrieron por causa del evento de blanqueamiento más extremo registrado este año y un gran número de esos corales murieron.Sin embargo, grandes áreas del arrecife - principalmente del sur - no se blanquearon e incluso en lugares con blanqueamiento extremo, no todos los corales murieron, asegura la oceanógrafa Jessica Carilli-Young”, profesora adjunta en la Universidad de Massachusetts en Boston.
Y no es que se esté negando que La Gran Barrera de Coral de Australia, situada frente a la costa de Queensland, esté en serios problemas tras haber sido muy golpeada en los últimos años por el fenómeno el El Niño (que calienta las aguas del Pacífico) y el cambio climático, pero es que simplemente no es verdad que esté muerta.
La Gran Barrera se extiende por más de 1,600 millas de largo y tiene una superficie total de alrededor de 130,000 millas cuadradas donde se incluyen más de 100 islas y unos 3,000 arrecifes individuales. Este complejo es tan grande que ha sido dividido, para su estudio, en al menos tres grandes sectores.

En abril pasado, los científicos del Centro de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral del Consejo Australiano de Investigación habían alertado que el último blanqueamiento que allí había ocurrido era uno de los más graves de la historia y atentaba contra el 93% por ciento de los arrecifes en el sector norte. La parte norte, que es la más dañada, es la que ha estado tradicionalmente más lejana al turismo por ser más remota. Sin embargo, eso no la dejó exenta del impacto del cambio climático.
Pero ese sólo es el sector norte. Aunque tampoco son demasiado entusiastas, las más recientes investigaciones aseguran que de los 911 arrecifes que han sido analizados este año, sólo el 7% se escapó de sufrir blanqueamiento. En 316 arrecifes el daño era perceptible entre el 60 y el 100% de esos corales censados. Resultados preliminares totales advierten de un 22% del coral muerto en la Gran Barrera, pero eso sugiere que habría un 78% de arrecife que está vivo y enfrentándose a las condiciones climáticas adversas. Nuevos detalles se estarán dando a conocer próximamente.
El blanqueamiento o decoloración de los corales es un fenómeno que surge cuando, por reacción a las altas temperaturas, los corales expulsan las algas que las habitan (y le dan vida) y entonces se vuelven blancos.
La decoloración de estos es el impacto más extendido y visible del cambio climático, ha advertido antes el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de las Naciones Unidas.
La Gran Barrera de Coral, considerada como la estructura viviente más grande en la Tierra, ha sufrido y sobrevivido a al menos dos grandes blanqueamientos: en 1998 (42% del arrecife) y 2002 (54% de los corales). No obstante, sus estudiosos reconocen que la dimensión es ínfima en comparación con la situación actual.
En julio del 2015, gracias a los esfuerzos y campañas gubernamentales orquestadas para garantizar la supervivencia de este paraje natural, Australia consiguió evitar que UNESCO declarara la zona como Patrimonio Mundial Natural en riesgo.
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