Un estudio publicado por la revista médica Annals of Internal Medicine demuestra que este patrón alimentario es favorable para la salud, sobre todo por los beneficios que aportan las grasas insaturadas contenidas en algunos de los alimentos que lo componen. A continuación, algunos de estos y otras alternativas ricas en grasas buenas.
Pescados, carnes magras, granos, frutas, aceite de oliva extra virgen y frutos secos son los grandes protagonistas de la dieta mediterránea.
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“El aceite de oliva, primordial en la dieta mediterránea, es uno de los tipos de aceites más saludables. Sus beneficios se deben a que es rico en ácido oleico y tiene una proporción equilibrada de omega 3 y 6. Además, aporta vitamina E y polifenoles, con propiedades antioxidantes”, Lorena Faria.
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Los frutos secos como almendras y nueces son fuente de grasas poliinsaturadas.
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Ideas para un menú mediterráneo: pan con tomate y aceite de oliva. De almuerzo, pollo a la plancha, papa al vapor y ensalada todo con aceite de oliva; frutos secos para merendar y sopa de verduras de cena.
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La mayoría de las grasas buenas, llamadas insaturadas, son generalmente de origen vegetal. Entre ellas encontramos el aceite de coco, el de girasol y el de soja.
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El aguacate posee un perfil y calidad de grasas muy parecido al de las aceitunas, resiste las altas temperaturas sin degradarse ni generar radicales libres y, tiene un perfil graso similar al aceite de oliva.
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Pescados como salmón, caballa, arenque, atún blanco y trucha, contienen grasas poliinsaturadas.
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En frutos secos como el cacahuate también encontrarás grasas poliinsaturadas.
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Las semillas de linaza, así como las de chía, son una rica fuente de omega 3. Por cada 100 gramos de semillas de linaza hay 22 gramos de omega 3, aproximadamente, y por cada 100 gramos de semillas de chía hay 4 de omega 3.
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Semillas como las de girasol, y aceites como el de soya, también contienen omega 3 y omega 6, ácidos grasos esenciales que el organismo no puede producir.