Manafort, el hombre de Trump para ganar delegados en la convención nacional

Un polémico veterano de varias campañas, y de la última convención abierta que tuvieron los republicanos cuatro décadas atrás, ayudará a "convencer" delegados, si fuera necesario para asegurarle la nominación al magnate.

Imagen Getty Images

De mano fuerte, así se traduce del italiano al español el apellido del nuevo director de delegados de la campaña de Donald Trump.

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Pero tal vez el renombre de su apellido se debe sobre todo a su efectividad para ganarse a los delegados que apoyan a los candidatos en las convenciones generales, cuando se decide a quien se le entregará la nominación presidencial.

Fue gracias a la gestión Manafort y a su don de saber cuándo y cómo ejercer presión, que el expresidente Gerald Ford pudo conservar a todos sus delegados en la última convención negociada republicana en 1976.

Ahora trabaja para Trump y su llegada se considera clave en un momento de en el que el magnate vive la ansiedad de acumular los 1.237 delegados necesarios para ganar la nominación republicana en la convención nacional que se realizará en Cleveland a fines de julio.

Si se considera que el propio Trump se ha quejado de ser "víctima" de negociados políticos a los que ha dicho no estar acostumbrado, Manafort luce como una adición imprescindible para su campaña.

¿Qué hace?

Trump anunció el pasado jueves la contratación de Manafort, quien “conoce bien las complejidades” del proceso de nominación y desempeñará un papel “cada vez más influyente en su campaña”.

Según el comunicado de la campaña del empresario, entre sus funciones estará “ supervisar, administrar y responsabilizarse de todas las actividades que se refieren a procesos de delegados”.

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“Esta es la primera vez que Trump incluye a alguien en su equipo que es especializado en la recolección de delegados. Él (Trump) pensaba que sólo el apoyo de los votantes y la victoria en primarias y asambleas podría ganar, pero no, todavía tiene que gustarle a los delegados”, dijo el profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Iowa Steffen Schmidt.

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Por ejemplo, en Colorado este fin de semana, en donde los líderes republicanos decidieron en agosto que los votantes no eligieran directamente a los candidatos, y en lugar de eso en los caucus del 1 de marzo se eligieron delegados para ir a una convención regional y luego estatal.

Y podría pasarle en Luisiana, cuyas primarias ganó pero en donde hay 5 delegados de Marco Rubio y otros 5 no comprometidos que podrían quedar en manos de Cruz despendiendo de las negociaciones políticas que se lleven a cabo.

Ese es precisamente el trabajo de Manafort según Schmidt, convencer “por medio de sus influencias y tácticas políticas” a los delegados para que apoyen al multimillonario, escuchen y sigan sus propuestas.

Tales "tácticas" pueden incluir viajar para reunirse personalmente con cada delegado, ejercer presión política sobre algunos, pedirles que se encuentren con Trump, crear alianzas, e incluso ofrecer beneficios "monetarios". "Todo esto legal", dice Schmidt, pero a la hora de las elecciones generales "la opinión pública juzgará" si es ético o no.

Trabajos de prestigio y desprestigio

Este domingo el estratega político se sumó a las polémicas que rodean al magnate inmobiliario al declarar en una entrevista con la cadena NBC que la campaña de Ted Cruz “usa tácticas de Gestapo” para ganar delegados, en referencia al infame policía secreta de Adolf Hitler.

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De origen italiano, Manafort goza de prestigiosas credenciales: Un pregrado y un posgrado en leyes de la famosa Universidad de Georgetown, fue parte de la gigante firma de abogados en Washington DC. Vorys, Sater, Seymour and Pease de 1977 a 1980 y director del Centro para el Estudio de las Instituciones Democráticas ( Center for the Study of Democratic Institutions) en 1985.

Como lobista, cofundó de la poderosa casa de cabildeo Black, Manafort, Stone and Kelly ( BMS&K) en 1982, que proporcionó asesoría política a la campaña presidencial de Ronald Reagan de 1980 y más tarde extendió sus conexiones a las administraciones presidenciales de George H. W. Bush y Bill Clinton.


Además, fue asesor de las campañas de los presidentes George H. W. Bush en 1988, Robert Dole en 1996, y John McCain.

No obstante, Manafort, de 67 años, también es conocido por el desprestigio que rodea a varios de sus clientes.

Por ejemplo el exprimer ministro de Bahamas, quien fue acusado de tener vínculos con el narcotráfico, o un grupo empresarial vinculado a Ferdinand Marcos, dictador por casi una década de Filipinas.

El más polémico de todos fue Viktor Yanukovich, expresidente de Ucrania quien tiene fuertes vínculos con Vladimir Putin, y de cuya campaña Manafort fue asesor pese al desapruebo público del gobierno estadounidense.

Yanukovich, quien en 2004 fue volcado de la presidencia tras las fuertes manifestaciones conocidas como la Revolución Naranja, pudo ganar de nuevo el mandato en 2010 gracias a un cambio radical de su imagen política, diseñado por Manafort.

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Su relación con Trump

Según The Washington Post, entre sus constantes viajes de negocios al extranjero, Manafort reside en la Torre Trump de Nueva York, en donde esporádicamente se ha encontrado con el magnate.

Pero su llegada a la campaña del multimillonario se debe a la recomendación de Roger Stone, antiguo asesor de campaña de Trump, y conocido por sus trucos de difamación a candidatos rivales.


Pero su llegada a la campaña del multimillonario se debe a la recomendación de su socio Roger Stone, antiguo asesor de campaña de Trump, y conocido por sus trucos de difamación a candidatos rivales.

La contratación de Manafort se da en medio de una guerra interna del partido republicano. Hay líderes alienados que cobraron un gran poder como el que vemos ahora en la selección de delegados… Ellos están desesperados por bloquear a Trump, y es por eso que incluso ayudan a Cruz”, explicó Schmidt.

Para el politólogo, Manafort quien también tiene un "pasado polémico" podría jugar como un arma “de doble filo” en la campaña.

Según el especialista, “los trucos sucios” con los que podría vincularse la gestión del estratega político no son mal vistos desde el punto de vista legal pero tendrían una repercusión ante la opinión pública.

“Tendremos que ver como busca alternativas agresivas que no lleve a cuestionamientos éticos para ayudarle a Trump con el Partido Republicano, que ha demostrado rechazarlo”, elaboró Schmidt.

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