“Me llamo Giorgia y yo estoy viva". Eran las 11 de la mañana del viernes cuando Giorgia Galassi, estudiante universitaria supo que no moriría bajo los escombro del hotel Rigopiano, que quedó sepultado por una avalancha de nieve el pasado jueves en Italia.
“Me llamo Giorgia y estoy viva”: una sobreviviente del alud de nieve en Italia
La estudiante universitaria Giorgia Galassi es una de las nueve personas que lograron salir con vida del hotel que quedó sepultado por un alud de nieve en Italia. "Para mí ha sido como un renacimiento", posteó en su perfil de Facebook.


Los rescatistas ya habían logrado acceder al edificio de tres plantas que quedó casi tapiado totalmente. Hasta ahora solo 9 personas han logrado ser rescatadas con vida y a más de tres días de la tragedia los rescatistas guardan pocas esperanzas de conseguir a más sobrevivientes.
"Nos preguntaban quiénes estábamos ahí. Trataban de averiguar quién estaba debajo, y respondimos con nuestros nombres", cuenta Giorgia al diario Corriere della Sera, quien permaneció bajo los escombros casi 58 horas, junto a su novio Vincenzo Forti.
"Sobre todo, yo estaba convencida de que el golpe final llegaría. Tenía miedo, de hecho", cuenta Giorgia, quien dice haber perdido la noción del tiempo. “Todavía no la he recuperado totalmente”, añade.
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El día del alud ambos estaban en el vestíbulo del hotel, sentados en un sofá y bebiendo una taza de té, a la espera de que les indicaran cómo y cuándo salir. “Entonces todo se vino abajo y no entendía nada”, cuenta Giorgia. La habitación del hotel se convirtió en una jaula que los incomunicaba con el exterior.
"Estábamos completamente aislados y no se oía ningún sonido. Nuestras voces hacía eco y luego nos explicaron que era el efecto de la nieve, que crea una especie de caja de resonancia. Realmente tuve este sentimiento de estar encerrada en una caja, con nieve por encima. No escuchaba nada sino voces procedentes del interior", relató Giorgia.
La avalancha los movió por lo menos diez metros del sitio donde estaban. Una gran chimenea era el único punto de referencia en un escenario que cambió por completo. Abajo el frío no era tan intenso.
Bajo los escombros pudieron hacer contacto con una madre y su hijo, otra chica de nombre Francesca y un hombre que resultó lesionado en un brazo. “Todo estaba muy oscuro” y la estructura crujía, cuenta Giorgia, por lo que decidieron alumbrarse juntando los teléfonos celulares.
Aunque pasó más de 48 horas sin ingerir alimento afirma que no tuvo hambre en todo ese tiempo. “La única cosa que comimos era el hielo que teníamos alrededor", cuenta.
La unión de todos les dio fuerza, aunque tuvieron momentos de flaqueza y llanto. Ella y su novio pasaron casi todo el tiempo sentados en el sofá.
A las 11 de la mañana del viernes oyeron un ruido mecánico en el exterior y después voces. Es cuando grita su nombre y luego todos los demás se van identificando.
En su perfil de Facebook, Giorgia publicó un breve mensaje: “Quería agradecer a todas las personas que estuvieron preocupadas por mí en esos días... para mí ha sido ¡como un renacimiento! Gracias a todos”.
Una madre, dos niños, una botella de agua y crema de chocolate
Han transcurrido más de 24 horas sin ninguna nueva señal de vida bajo los escombros del hotel devastado el miércoles por una avalancha en el centro de Italia, sin embargo el domingo decenas de socorristas proseguían la búsqueda en condiciones extremas.
Un total de nueve supervivientes, entre ellos cuatro niños, fueron rescatados entre el viernes y el sábado por la mañana de los escombros del hotel Rigopiano.
Los socorristas encontraron asimismo cinco cuerpos sin vida, incluidos los padres de uno de los niños rescatados, y seguían buscando a 23 desaparecidos, entre ellos la familia de otro de los menores.
Según testigos citados por los medios de prensa italianos, tres niños de entre 7 y 9 años se encontraron aislados en la sala de billar, que no se derrumbó.
Atrapados a oscuras pero con posibilidad de hablar con la madre y el hermano de uno de ellos que estaban en una sala contigua, tuvieron la suerte de encontrar unas botellas de agua y una crema de chocolate que les permitieron esperar casi 48 horas a los equipos de rescate.
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