Los psicólogos que luchan contra el miedo de los sobrevivientes del terremoto de Ecuador

Un grupo de 30 integrantes de la Universidad de Cuenca se trasladó hasta las zonas más golpeadas por el potente terremoto que remeció el país.

Una mujer es atendida en Pedernales, una de las localidades más golpeadas por el terremoto de magnitud 7.8 que remeció la costa de Ecuador el sábado pasado.
Una mujer es atendida en Pedernales, una de las localidades más golpeadas por el terremoto de magnitud 7.8 que remeció la costa de Ecuador el sábado pasado.
Imagen RODRIGO BUENDIA/AFP/Getty Images

PEDERNALES, Ecuador.- Para Johanna Arroyo, hablar sobre el potente terremoto que remeció a su barrio le ha venido “muy bien”. Le ayuda a no sentir “tanto miedo” a las réplicas que, por momentos, siguen haciendo temblar el suelo de Pedernales.

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“Me viene muy bien pensar que hay que empezar de cero con los sentimientos”, reflexiona. Este es solo uno de los comentarios positivos que genera el trabajo del grupo de 30 integrantes de la Universidad de Cuenca que están tratando las secuelas psicológicas del sismo en una de sus zonas más críticas.

Arroyo vive en la zona del 31 de marzo, unos kilómetros a las afueras de Pedernales, a la que se accede por una empinada carretera de tierra con una veintena de casas a los lados destruidas o muy afectadas por el terremoto de magnitud 7,8 grados que sacudió la costa ecuatoriana el pasado sábado, dejando más de 500 muertos.

En el 31 de marzo los salones, las habitaciones y las cocinas están en las aceras. Para evitar el frío de la noche, cuatro palos y una sábana hacen de techos improvisados.

Un grupo de 26 estudiantes de psicología, dos profesores y dos técnicos se propusieron ayudar a todo el mundo. Llegaron el domingo por la mañana, pocas horas después del temblor, y pusieron manos a la obra.

Ana Marolo Murillo, la técnica nacional en desarrollo psicosocial y el enlace del grupo estudiantil con el Gobierno nacional, es una de las que aborda a personas de todas las edades y clases sociales.

Una mujer en una improvisada ventana en Pedernales, Ecuador.
Una mujer en una improvisada ventana en Pedernales, Ecuador.
Imagen Edu Leon/LatinContent/Getty Images

Miedo a que me trague la tierra


Desde que llegamos y tras el último reporte de las 3.00 pm hora local del martes hemos atendido a 700 personas en las áreas de duelo y pérdida, trabajos en refugios y a los rescatistas y a la gente que lleva a cabo primeros auxilios”, relata Murillo.

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El objetivo de las terapias grupales, explica, es que “personas de todas las edades participen para ayudar a disminuir el nerviosismo y se activen” en busca de un “compromiso comunitario”.

Habla con cariño sobre la forma de tratar a los niños, a los que pone a dibujar para que “reflejen lo que están sintiendo, lo que han vivido en cuanto a traumas y miedos para que después lo analicen y lo asimilen”.

Paisajes que evocan a las colinas en las que viven, partidos de fútbol o baloncesto o cruces rojas en alusión a la conocida organización internacional Cruz Roja, organismo con el que los estudiantes están colaborando, cuelgan de las paredes de varias casas.

“Una tarjeta con un buen mensaje vale el viaje”, afirma emocionada Murillo al respecto.

Andrea Rodal, docente de psicología en la universidad cuencana y una de los dos profesionales del grupo, relata que en las sesiones con la gente lo que más se presentan son traumas asociados al temblor, el temor a que vuelva a ocurrir otro terremoto y a sus consecuencias. “El tratamiento del duelo es muy importante también, ya que la sociedad ecuatoriana es mucho de guardar ese dolor y pensar en que ya pasará”, añade.

Karelis Sánchez, otra residente de Pedernales, busca aliviar ese temor. “Cuando tembló estaba muy asustada y me la pasaba llorando por el miedo a que me tragara la tierra”. Sin embargo reconoce que desde las visitas del grupo de Cuenca ese miedo ha cedido.

Por su parte, Mibay Rodríguez asegura que el temblor no es lo que más le asusta sino que “no hay trabajo “. Cuenta que ella y sus amigas hacían trenzas y masajes en las playas de Pedernales, una de las más famosas del país y que sufrirá la caída de turistas por la devastación que dejó el terremoto.

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