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Un país convertido en un viaje al pasado.

Publicado 11 Abr 2007 – 05:55 PM EDT | Actualizado 5 Abr 2018 – 01:47 PM EDT
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Un pueblo nómada que cruza los desiertos una y otra vez, los cantos de una familia unida por la soledad del paisaje, la naturaleza en su estado más libre, los vestigios de una milenaria religión perdida y vuelta a recuperar, el puente con un planeta habitado por dinosaurios, absolutamente todo esto y mucho más es Mongolia.

La nación de Mongolia está ubicada en un paraje algo inhóspito del planeta Tierra, sumergida en planicies áridas y desiertos secos, justo al sur de la fría Liberia rusa, y al norte de las agresivas tierras desoladas de la China.

Llegar a este país puede ser más fácil de lo que la primera impresión nos insinúa, pues los vuelos internacionales llegan a la ciudad capital Ulan Bator en dónde no nos conviene perder demasiado tiempo. Eso sí, a menos que seas realmente un intrépido políglota debes planear el viaje en tour, con una agencia de viajes confiable.

De lo que podemos hacer en esta magnífica tierra depende sobre todo de nuestros gustos e inquietudes. Eso sí, si lo que buscamos es relax, lo encontraremos en donde sea que pongamos nuestros ojos.

Para los aventureros y deportistas, escalar en las cadenas montañosas del norte, con estepas y bosques que parecen hechos por los dioses es un plan magnífico.

Para aquellos interesados en conocer nuevas culturas, siempre será apasionante conocer algunas familias típicas nómadas y a los jinetes que cruzan el desierto, visitar sus tiendas y observar sus ropas siempre artesanales, escuchar sus canciones si fin compartir sus experiencias. La calidez de este pueblo solitario está en todos los rincones de sus costumbres.

Si estamos buscando piezas de arte, templos y edificios milenarios, Mongolia tiene una gran riqueza por su pasado budista, que fue interrumpido abruptamente en los años 30 del siglo pasado por los ejércitos estalinistas pero que se ha retomado con mucha fuerza durante los últimos veinte años.

Por último, en Mongolia podemos acceder a una oportunidad completamente diferente, muy difícil de encontrar en otro punto del globo, el turismo arqueológico. En esta tierra vivieron aquellas criaturas llamadas dinosaurios, y el aislamiento y los factores climáticos hacen que muchas actividades paleontológicas se desarrollen hoy por hoy en el suelo mongol. Fósiles que datan de miles y miles de año son encontrados año a año bajo esta tierra virgen.

Mongolia, sus montañas y su gran desierto de Gobi, su cultura, mezcla del budismo, los viejos chamanes y los recuerdos del gran Ghingis Khan y por sobre todo su particular y amigable gente, toda se abre al turista rebelándole una experiencia única de paz, relax e historia.

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