Las bacterias que pueden hacer llover
Geri Halliwell lo tenía bien claro cuando versionaba It's Raining Men, aunque el tema debió haberse llamado I'ts Raining Bacteria.
La Gran Máquina del Clima y la Máquina del Tiempo probablemente sean dos de los inventos que normalmente solemos asociar al trillado estereotipo de científico loco desarrollado desde la publicación de Frankenstein en 1818. Lejos de utilizar gafas extravagantes y peinados elocuentes, unos organismos vivos parecen haber dado con la pista para hacer llover.
No, tampoco hablamos de chamanes africanos o de curanderos brasileños, sino que de pequeñas bacterias analizadas por el científico Brent Christner, microbiólogo de la Universidad Estatal de Louisiana, a las cuales se les ha asociado la increíble capacidad de hacer llover.
¿Cuál es el fin de esto? Como todo en términos biológicos, esta curiosa facultad tiene una explicación lógica y convincente. Así como cada especie tiene sus métodos de migración (nosotros simplemente utilizamos nuestro aparato locomotor desde tiempos inmemoriales), estas bacterias (llamadas nucleadoras del hielo) hacen llover para así dispersarse por todos los ecosistemas con el fin de aumentar el alcance geográfico de su especie.
Christner realizó sus investigaciones investigando más de un ecosistema, y halló a las nucleadoras en medioambientes tan dispares como la Antártida, Canadá o Los Alpes franceses.
Esta extraordinaria habilidad adaptativa tiene un origen en las nubes. Según los microbiólogos que llevaron a cabo el estudio, las bacterias desatan en las nubes el mecanismo más importante para que llueva: crear hielo. De esta manera, el hielo cae en forma de gotas de agua, nieve o granizo, con las bacterias incluidas en su interior, logrando de este modo dispersarse por todas partes del globo.
Esta hipótesis podría haber parecido descabellada hace 25 años, pero con las evidencias demostradas por Christner y su equipo, en lugar de mostrarnos escépticos lo más justo es admirar semejante mecanismo de adaptación.