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Una visita a Calella de Palafrugell

19 Sep 2012 – 05:00 AM EDT
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Catalogado por la reconocida publicación Traveller como uno de los 50 pueblos de España con encanto, Calella de Palafrugell se constituye en uno de esos raros destinos que amalgaman lo natural y típico con lo glamoroso. Ubicado a poco más de 100 kilómetros de Barcelona, este pueblito de la Costa Brava es uno de los pocos que, aun beneficiándose del turismo, conserva su aire típicamente español.

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Ubicado en las privilegiadas costas de Girona, el nombre de este pueblo nos brinda una pista de uno de sus principales atractivos que lo distinguen: las calas y caletas que se desperdigan por toda la costa del pueblo brindando pequeñas y doradas playas. Éstas playas se constituyen en balnearios privados al pie de las típicas escaleras de piedras por las que se accede a la playa.

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Un paseo por el Cap Roig

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Toda Calella de Palafruguell se emplaza en una geografía accidentada y rocosa, que al aproximarse a la playa se convierte en una especie de acantilado ocupado por el Cap Roig. A través de este hermoso paseo oceánico se puede recorrer la bonita playa de El Golfet y disfrutar del jardín botánico de Cap Roig, desde el que se obtienen preciosas vistas del pueblo y del mar.

Siguiendo por este mismo paseo se podrá llegar hasta Llafranc, encontrándose en el camino con algunos establecimientos hoteleros, restaurantes y más calas. Canadell, Port Bo, Les Voltes, Platja Sota Can Calau o Pelegri son solo algunos de los microcentros turísticos que se han creado en torno a las calas y playas que tanto abundan en toda esta zona de Cataluña.

Ambiente latino en Calella de Palafruguell

Y ya que mencionamos los restaurantes, algo que no puedes dejar de probar en Calella de Palafruguell es el ron cremat, una curiosa bebida flameada mezcla de ron, café y azúcar que se sirve en unos pocillos de cerámica, al ritmo de pegajosas habaneras. Probablemente te sorprenda que este tipo de ambiente tan caribeño se genere en un típico pueblito español, pero se trata de una costumbre adquirida a través del comercio e intercambio cultural que efectuaron los marineros y soldados catalanes con la isla de Cuba.

Además, el solo hecho de recorrer el pueblo por sus calles tranquilas y visitar las tiendas de artículos artesanales constituye una excelente forma de relajarse y disfrutar de un ambiente que pese a ser tranquilo no deja de poseer cierta distinción.

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