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Un paseo por los glaciares del Monte Cook

3 Ago 2012 – 12:02 PM EDT
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En una de las laderas del Monte Cook, el pico más alto de Nueva Zelanda, se halla el glaciar Linda; en él los bloques de hielo son tan altos como edificios de varios pisos y hay grietas que cortan su superficie como si fueran cuchilladas; cuando se llega a la cima de ese gran río congelado se puede ver a un gigante en las mismas condiciones a unos dos mil metros más abajo, el glaciar Tasman, con un ancho de casi dos kilómetros y un espesor de 600 metros promedio.

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Bellezas en hielo

El río helado más caudaloso de Nueva Zelanda serpentea lo largo de 27 kilómetros por el corazón del Parque Nacional Monte Cook, desde la cima Hochstetter hacia la Villa Monte Cook. El hielo de su extremo inferior, adelgazado pero aún de unos 200 metros de espesor, tiene más de quinientos años de antigüedad. La nieve que lo conformó se depositó allí mucho antes de que el explorador holandés Abel Tasman avistara por primera vez el increible paisaje de los Alpes Neozelandeses.

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En todos los continentes hay glaciares. En Nueva Zelanda hay alrededor de tres mil. Hace unos cien años se consideró que estaban retrocediendo pero en la actualidad pareciera que han vuelto a avanzar. 

Desde las inmensas capas de hielo que sepultan la Antártida hasta los ríos de hielo que rodean los picos ecuatoriales de África e incluso de Papúa Nueva Guinea, los glaciares cubren el once por ciento de la superficie terrestre del planeta y reúnen el noventa por ciento del agua dulce no subterránea.

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En el glaciar Franz Josef, situado a sólo veinte kilómetros del Tasman, por ejemplo, el mirador desde el que podía contemplarse el increíble e imponente espectáculo, ha debido ser trasladado casi cien metros más abajo.

Inevitable no asombrarse

Los glaciares avanzan cuando la nieve se acumula sobre ellos más rápidamente de lo que tarda el hielo en fundirse por debajo. En el caso de los glaciares lentos, como el Tasman, pueden pasar años antes de que se produzca movimiento; pero otros, como el Franz Josef y el Fox se ve a diario la manera en que se engrosan y avanzan. El ciclo empieza cuando densos nubarrones que han atravesado el Mar de Tasmania comienzan a elevarse sobre los Alpes y dejan caer su carga de nieve en los altos valles.

Derretidos por el fuerte sol, vueltos a congelar por el frío nocturno y comprimidos por el peso de nuevas nevadas, los delicados copos hexagonales van formando poco a poco una masa compacta de hielo azulado. A causa de su propio peso éste tiende a desplazarse ladera abajo.

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Los glaciares modifican radicalmente el paisaje, erosionan montañas y esparcen en grandes extensiones los minerales que abundan en ellas. De no ser por ese efecto de desgaste continuo, el Monte Cook ya habría alcanzado los dieciocho kilómetros de altura y sería visible desde la Luna.

¿Sabías de los glaciares del Monte Cook? ¿Te gustan los glaciares?  Si es así puedes conocer el famoso glaciar Perito Moreno o el glaciar más grande de Europa.

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