Camino a la Isla de Flores, ciudad principal del Departamento del Petén en Guatemala, pronto se siente el sofoco de la selva caliente. En la ruta del shuttle turístico del clima templado de Cobán en Alta Verapaz, cruzamos a un entorno tropical con una humedad que alcanza el 90%, aún a primera hora del día.
La ciudad de Flores recibe la denominación de isla por hallarse en el interior del lago Petén Itzá, enlazada al territorio a través de un istmo de tierra artificial. Con frecuencia es lugar de paso para los miles de turistas que anualmente visitan los centros ceremoniales mayas de la zona, especialmente las ruinas de la Ciudad Sagrada de Tikal. En sus proximidades se encuentra el Aeropuerto Internacional Mundo Maya.
Ciudad de Flores, ciudad de descanso


Pero la Isla de Flores también es un lugar ideal para pasear y descansar. Es un municipio silencioso y tranquilo de calles estrechas y sinuosas, factibles de recorrer a pie o en uno de los característicos tuk-tuks, un vehículo híbrido entre una motocicleta y un utilitario, que transitan constantemente por las calzadas.
Apenas alcanzamos el núcleo urbano es típico el abordaje de los operadores turísticos locales en todos los idiomas imaginables. Parece ser el momento de elegir dónde pernoctar, tomar un tentempié o comprar un paseo hacia alguno de los atractivos turísticos de la zona. Cabe de forma previa a cualquier acuerdo comparar precios y condiciones de los servicios ofertados y cerrar el trato sin prisas y con cierta seguridad.
Además, si bien existen numerosos hospedajes de todos los precios y comodidades es recomendable alojarse en una de las cientos de habitaciones de los establecimientos a orillas del Lago Petén Itzá, que ofrecen unas vistas inmejorables, especialmente en la hora del crepúsculo.
Atardecer en el lago Petén Itzá
Antes de que anochezca se aconseja al viajero disfrutar de una vuelta por el Lago Petén Itzá, a través de los múltiples servicios de alquiler de barcas y así contemplar más de cerca la naturaleza exuberante de este lugar de Guatemala.
A la hora del crepúsculo cabe asegurarse un lugar en primera fila. Existen innumerables lugares, algunos de ellos con el encanto de erigirse sobre rústicos embarcaderos, desde donde es posible observar el espectáculo del atardecer al tiempo que nos deleitamos con una cena típica, o nos refrescamos del calor del día con jugos naturales y combinados exóticos, junto a otros viajeros de todo el mundo.
Este privilegio tal vez pueda tenerlo incluso desde su propia estancia. De cualquier forma, la jornada en la Isla de Flores terminará de un modo inolvidable.