
Los movimientos ecologistas y la concientización sobre el abuso que ejercemos los humanos sobre los demás animales hacen que los zoológicos convencionales hayan perdido parte de su antigua popularidad. Muchos de estos zoológicos, con jaulas de metal o cemento e implantados en el centro de las ciudades, lucen depresivos y crueles para muchos de nosotros. Sin embargo, todos disfrutamos de la fascinante experiencia que es ver animales de otros países con nuestros ojos, y sin la mediación de cámaras ni pantallas de televisión. Y una buena opción para concretar esta experiencia es el parque Temaikén.
Son cada vez más frecuentes los parques o reservas ecológicos, en los que los animales, si bien no están libres, tampoco están encerrados en jaulas y tienen un espacio limitado pero amplio para caminar, correr, protegerse del sol y del frío y descansar. Uno de estos parques es Temaikén, ubicado en la provincia de Buenos Aires, en Argentina.

Temaikén es un gran parque (o bioparque) alejado del ritmo de la ciudad, en el que habitan todo tipo de especies en espacios que recrean su entorno natural, y en los que a veces conviven con otras especies del mismo habitat, es decir, con otros animales con los que conviven en la naturaleza. Monos, flamencos, pumas, canguros, suricatas, pelícanos, murciélagos, tiburones, tigres, ciervos y muchísimas especies más viven en este bioparque que nos permite contemplarlas y aprender de ellas gracias a los completos carteles informativos.
Claro que, como todo lugar que aloja animales en cautiverio, Temaikén no es ideal. Los animales no son libres ni mucho menos, y esto es otra muestra de que los humanos seguimos disponiendo de ellos como si nos pertenecieran; sin embargo, no deja de ser un paso adelante en la lucha por respetarlos. Ni el barullo ni la suciedad humanas alcanzan a los animales de Temaikén, que son observados con cierta distancia y respeto por el público.
Sin dudas hay un esfuerzo por hacer que cada especie esté lo mejor posible aquí, y la ambientación de todo el lugar, más sus enormes dimensiones, hacen que uno sienta que visita un terreno natural y agreste, lleno del encanto y la tranquilidad (cuando no es invadido por multitudes de niños) que irradian tantos elementos de la naturaleza juntos. Temaikén es un excelente lugar en donde pasar una tarde de sol en familia o en pareja, y sin apuros. Quien lo visita se va completamente maravillado.