Sobre el pueblo de Kalambaka, al noreste de Tesalia, se encuentran formaciones de roca de más de 400 metros de altura que parecen sacadas de una película de ciencia ficción. Equilibrados sobre 24 pilares están los monasterios, visibles a través de las nubes.
Muchos geólogos e historiadores han tratado de desentrañar cómo estos pedestales de piedra fueron creados hace 60 millones de años, pero ninguna teoría ha sido comprobada. Hoy en día, esta región es considerada patrimonio histórico por la UNESCO y recibe el nombre Meteora, que quiere decir “suspendido en el aire”.
Las primeras poblaciones en llegar a Meteora lo hicieron en el siglo IX. Al comienzo escalaron las formaciones de piedra con las manos asiéndose de las ramas de los árboles. Así, los primeros pobladores se aislaron, congregándose solo para rendir culto. Por mucho tiempo la única forma de subir y bajar las cosas era por medio de canastas atadas a una cuerda. Mientras pasó el tiempo los habitantes formaron pequeñas comunidades que se enfocaron en la construcción de diversos monasterios, que en el siglo XIV sirvieron como refugio de los turcos invasores.

Localizado a cinco horas de Atenas, el camino está lleno de rutas escarpadas y con viento. Al llegar a la cima, podrás ver el paisaje en su máximo esplendor. Seis de sus monasterios todavía están abiertos al público, y es un viaje que vale la pena sólo por el paisaje.
El monasterio de Gran Meteoron es el más grande y más viejo. En su interior podrás ver frescos que representan la vida de Cristo. El edificio cuenta con una cocina funcional y un osario donde yacen los restos de monjes difuntos.

El monasterio de Varlaam es el segundo más grande. Tardó veinte años en ser construido, en lo que subían los materiales. El monasterio de Rousanou es el tercero más grande. Fundado en 1545, fue dañado por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, pero fue restaurado posteriormente. Otros monasterios importantes son el de San Stephanos y el de la Sagrada Trinidad.