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Linz, el límite entre lo tranquilo y lo aburrido

17 Jul 2007 – 06:00 PM EDT

La ciudad de Linz es la tercera en tamaño en Austria, al centro de Europa. Llegar a ella es muy fácil, pues está perfectamente conectada con las redes de comunicación terrestre, y encontrar alojamiento tampoco se nos hará muy difícil porque si bien cuenta con muchas camas, tampoco es una ciudad que reciba tantos turistas.

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Una vez hospedados, ya podremos salir a recorrer las calles de esta ciudad que cuenta con un total de 270 mil habitantes en el área metropolitana. Linz es básicamente una ciudad industrial y universitaria por lo que los jóvenes no son difíciles de encontrar, aunque de todas formas, esto no garantiza precisamente diversión.

El hecho de que la ciudad esté sobre el río Danubio la hace dueña de pintorescos paisajes que se extienden a lo largo de la calle principal denominada LandStrasse, la cual también nos une con el no tan interesante casco antiguo. Caminar a través de estos paisajes es en mi opinión lo único que vale la pena hacer durante el día.

A la noche, la ciudad misteriosamente comienza a despertar y una interesante oferta de arte vanguardista que incluye música y teatro se transforma en algo bien interesante para el visitante, aunque tampoco nos imaginéis que veréis una gran muestra de arte experimental porque no es para tanto.

Un capitulo a parte lo puede dar la gastronomía típica de la zona, con gustos fuertes. El internacionalmente conocido restaurante Promenadenhof sirve los platos típicos por no más de 20 euros. También en los kioscos y carros ambulantes podremos probar un Bosner, embutido aderezado con curry que cae algo pesado pero es una verdadera delicia y nos saca el hambre por tan solo 3 euros.

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Linz no tiene mucho más para ofrecer. Museos aburridos e innecesarios para el visitantes y un ambiente bastante chato que solo se sacude un poco las semanas antes de la navidad, cuando estudiantes y residentes parecen mostrarse algo más descontracturados y amigables.

En conclusión, la tranquilidad de la que gozan la mayor parte de las pintorescas ciudades austríacas, en el caso de Linz se transforma en el vacío del aburrimiento pasado apenas un día en esta ciudad.

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