Mundo

Las mil y una noches para intrépidos

7 Abr 2007 – 04:19 PM EDT
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A casi 500 kilómetros de la popular ciudad de Fez, en Marruecos, al norte de África, encontramos una ciudad de cerca de un millón y medio de habitantes. La llaman la ciudad roja, y está ubicada a medio camino entre la costa atlántica y el poderoso desierto del Sahara. Estamos hablando de Marrakech, la ciudad que dio vida a la famosa historia de “Las Mil y una noches”.

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Viajar a esta exótica ciudad es una excelente opción para aquellos que están dispuestos a conocer una cultura totalmente diferente, con respeto y paciencia. El vértigo con que se vive en Marrakech hace sentir al turista algo perdido e inseguro, pero es un destino hermoso para mochileros, jóvenes en busca de nuevas experiencias y amantes de la diversidad cultural.

Todo en Marrakech es económicamente accesible, el hospedaje, la comida, los souvenirs, el transporte. También existe una alta oferta para los turistas de alto poder de compra, con refinados hoteles, restaurantes y medios de transportes personales.

Esta ciudad fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCOa , y sus tonos de rojos que llenan el ojo del turista la hacen un lugar lleno de mística y atractivos. La música en las calles, el gran mercado central que nunca duerme, los deliciosos paisajes del desierto, todo crea una atmósfera de magnetismo impresionante.

Las temperaturas en Marrakech son algo elevadas y difíciles de soportar para quien no se pueda acostumbrar a los 30ºC de calor. Es conveniente no visitar esta ciudad en los meses del verano y la primavera, ni tampoco hacerlo durante la celebración del Ramadán.

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Para los jóvenes, la noche se abre con un abanico de propuestas, la actividad central se lleva a cabo en la plaza Djemmá el-Fná y en las calles de los alrededores, los bares están dispersos por gran parte de la ciudad y existen de todo tipo y color. En cuanto a las discotecas, están llenas de música pop marroquí (muy interesante) y tecno, la fiesta empieza cerca de la una de la madrugada y la zona dónde hay más oferta es la de Guéliz.

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En Marrakech puedes comer un excelente cous cous u otros platos tradicionales (tener cuidado aquellos que no tengan un estómago fuerte), visitar la impresionante mezquita, salir de excursión a las afueras de la ciudad, dónde la naturaleza es impactante, o para los amantes del deporte, practicar escalada en las montañas cercanas o jugar al golf en los particulares campos árabes.

Los consejos antes de conocer un lugar tan diferente al que vivimos son más que importantes. Si no estás armado de paciencia, no te subas al transporte colectivo, suele ser pasado y demasiado lento. Al ser un país musulmán, en Marruecos no se puede beber alcohol, aunque claro que bares, restaurantes, hoteles y discotecas si lo permiten. A la hora de hacer compras, lo mejor es alejarse lo máximo posible de los horarios centrales de ventas y sobre todo, negociar y regatear siempre, esa es la clave para conseguir un excelente precio, a al menos uno justo.

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La arquitectura típica de una ciudad árabe y del norte del África, toda bañada en el rojo de distintos materiales de construcción provocan un magnetismo extraño que se suma al exótico ambiente creado por encantadores de serpientes, bailarinas de la danza del vientre, telas de colores inimaginados, gustos nuevos y aromas más que seductores, todo con el desierto que mira desde lo lejos y los ecos de las oraciones musulmanes que retumban en las mezquitas.

Marrakech es en fin un numero de sensaciones y experiencias que se abren para quién esté dispuesto a entenderlas y descífralas.

¿Más información? www.costasur.com

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