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La Isla de Pascua y sus gigantescos centinelas

28 Jun 2012 – 05:23 AM EDT

Corría el año 1722 cuando, el Domingo de Pascua, la tripulación de un buque holandés impulsado por los vientos alisios del sureste avistó tierra, inesperadamente, en medio del Océano Pacífico, al aproximarse a las costas los sorprendieron unas enormes estatuas emplazadas de espaldas al mar.

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Cincuenta años más tarde el explorador británico Cook visitó la isla contando entre su tripulación con un marino hawaiano que pudo comprender la lengua de los habitantes y comunicarse con ellos. Los nativos aseguraban ser descendientes de quienes levantaron las estatuas y decían que ya habían pasado 22 generaciones desde que las emplazaran en la denominada Isla de Pascua.

Isla de Pascua: paisaje misterioso

La Isla de Pascua está ubicada en el vértice suroriental del triángulo de la Polinesia (en los restantes encontramos a Hawai y Nueva Zelanda). Ocupa una extensión de 116 kilómetros cuadrados y tiene tres volcanes principales.

Al decir de los arqueólogos la piedra con la que fueron realizadas se extrajo de uno de ellos, el Rano Raraku (los otros son el Rano Aroi y el Rano Kau). Se calcula que alrededor del 400 de nuestra era los pobladores comenzaron a levantar plataformas funerarias de piedra, llamadas ahu, junto a las costas.

Al principio la forma de las estatuas era variada pero hacia el año 1100 empezó a predominar una imagen: un hombre de cabeza estilizada, grandes ojos y los lóbulos de las orejas muy largos.

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A partir del 1500 se instaló en la pequeña isla el culto del “hombre pájaro”; desde la aldea ceremonial de Orongo, ubicada entre los acantilados y el cráter de Rano Kau, partía cada año una carrera hasta la playa, la cual continuaba a nado hasta la Isla de Motu Nui, con el fin de recoger allí el primer huevo puesto por las gaviotas después de su migración anual. Hacia el 1600 estalló una guerra, no se sabe si interna o contra enemigos llegados desde fuera, pero los vencedores derribaron las imágenes pétreas. Las leyendas narran una gran batalla que culminó con la victoria de los “orejas cortas” sobre los “orejas largas”, apenas unos años antes de que llegaran los primeros europeos. En el año 1888 fue anexada a Chile, pero ya estaba muy escasamente poblada.

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Moais de la Isla de Pascua

Se encontraron más de 600 estatuas (moais). Algunas miden más de nueve metros de alto y una que yace aún en la cantera ronda los veinte, con un peso aproximado de trescientas toneladas. El ahu de mayores dimensiones es el de Vinapu, en la costa sur.

Uno de los enigmas que se plantean es el de cómo fueron movilizadas las inmensas piedras y cómo se las colocó en su emplazamiento definitivo. Cuando las que se hallaban caídas en la plataforma del ahu de Akivi, que pesan seis toneladas, fueron vueltas a erigir en el año 1960 por el equipo del arqueólogo estadounidense William Mulloy, necesitaron cuatro largas semanas para conseguir levantar la primera.

La isla de Pascua cuenta con comodidades excelentes para recibir a los visitantes y todo el entorno es un oasis de paz, el Océano Pacífico de un azul increíble baña las playas de arena blanca con olas de suave vaivén, las colinas tapizadas de un verde intenso invitan a sentarse a contemplar las costas.

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Todo el ambiente es idílico, al mejor estilo de la Polinesia, pero con los toques de la modernidad que le aporta el pertenecer a un país experto en turismo como es Chile.

¿Has visitado la Isla de Pascua? ¿Cuál es tu zona favorita del lugar? 

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