En el sur de Francia, más precisamente en la región de Los Pirineos, dentro del Departamento de Tarn está el cantón de Cordes-sur-Ciel, ocupando una superficie de poco más de ocho kilómetros cuadrados. Es un pueblo surgido durante la Edad Media que conserva todas las características edilicias de aquella época. Fue construido sobre un monte (rodeado de suaves colinas bajas) que apenas sobrepasa los trescientos metros sobre el nivel del mar, y lo protegieron con cuatro murallas distribuidas en forma concéntrica.
La Iglesia y la Inquisición
El más antiguo de los recintos data de comienzos del siglo XIII y su bella iglesia dedicada a San Miguel comenzó a erigirse en el año 1263, según los registros; Cordes fue la primera de las ciudades fortificadas de la zona. La Inquisición se ensañó con ella cuando comenzó a perseguir a los cátaros acusándolos de herejía; la resistencia del pueblo mediante revueltas queda perpetuada con la llamada Cruz del Mercado, que conmemora la muerte de tres inquisidores que fueron arrojados a un pozo de más de cien metros de profundidad.

Las bellas fachadas góticas de las viviendas, están adornadas con hermosas esculturas; la mayor concentración de este tipo de casas se da en la Rue Raymond VII, levantadas por ricos mercaderes textiles; las más llamativas son la Mansión Grand Fauconnier, Gran Ecuyer y Gran Veneur. Muchos son también los estudios de artistas y artesanos con los que nos encontramos camino hacia la cima subiendo por la Gran Calle del Reloj o Grand Rue de l’Horloge. Hay además un pequeño y pintoresco tren turístico.
Tradiciones que se respetan
La imagen del dragón se repite una y otra vez en las decoraciones, puesto que el emblema de la ciudad. Los resistentes techos son de tejas y crean un hermoso contraste con el espléndido verdor de los árboles. Sus estrechas calles semejan un gran laberinto. Las tiendas y negocios, aunque sean modernos, conservan un aire antiguo para no desentonar con el marco que los rodea y una enorme profusión de plantas floridas alegra la vista de los paseantes.
Tres mercados se congregan para distintas fechas: Todos los sábados, el Mercado Semanal de la Place de la Bouteillerie, donde encontramos hermosas artesanías, ropa y buenos libros; el Mercado de Trufas, que se arma para la época de la cosecha y los Mercados de Verano, en horario nocturno, que reúnen a productores y artesanos que hacen gala de su creatividad.
Una nutrida agenda de festivales artísticos, varios museos y una gastronomía extraordinaria aúnan fuerzas para apretarnos en un abrazo del que no querremos escapar, tan bien es lo que uno se siente en este Cordes que parece salido de los cuentos de hadas.
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