Hay una zona muy hermosa, dentro de la ciudad de Estrasburgo en Francia (capital de Alsacia y del Departamento del Bajo Rhin, región situada al este del país). Se encuentra en el barrio antiguo y es conocida como la Petite France. Ésta se ubica en las cercanías de las esclusas que permiten salvar los desniveles que presenta el terreno para hacer posible la navegación por el Río Ill (afluente del Rhin) en ese tramo. Tradicionalmente vivían en ella molineros y pescadores y las casas de madera que quedaron son uno de los mayores atractivos de la ciudad.
Una isla con mucho encanto
El desnivel de las aguas, que antes servía para hacer girar los molinos, hoy brinda a los turistas un divertido recorrido, el embarcadero se halla cerca de la Place del Marché-aux-Cochons-de-lait. Se pueden ver aún los antiguos puentes cubiertos en el Quai des Ponts-Couverts y el sistema que regula las aguas, el Barrage Vauban. La conocida como Grande Île, donde está el centro histórico, es una isla de forma elíptica dentro del Río Ill.
El pintoresco barrio se extiende hasta las cercanías de la Catedral, desde la cual parten los nutridos contingentes turísticos hacia la Place de la Grande-Boucherie primero, luego toman por la calle Douane, pasan por el Muelle Saint-Thomas, desde él se dirigen al Puente San Martín y de allí a la Rue de la Monnaie, pasean por el Muelle de la Petite France y la calle Bai-aux-Plantes y emprenden el regreso por la Grand Rue.
Patrimonio invaluable
La Catedral de Notre-Dame es un bellísimo edificio de estilo gótico, realizado en llamativa piedra arenisca rosada, que se comenzó a construir hacia fines del siglo XII y cuyas obras culminaron en el siglo XV. Su fachada es estilizadamente vertical, pródiga en estatuas y lancetas, con muchas escenas bíblicas talladas. La torre, de ciento cuarenta y dos metros ostentó mucho tiempo el título de ser la más alta de Europa, hasta que a fines del siglo XIX, aquél pasó a manos de la Catedral de Colonia.
El interior posee una sencilla belleza. Lo que más se destaca es el Pilar de los Ángeles; los exquisitos vitrales de los siglos XII y XIV; su extraño reloj astronómico, en el cual es la figura de la muerte quien marca las horas y el sonoro carrillón.
Junto al templo se encuentra el Museo de la Catedral. En el entorno hay muchas tiendas de artesanías, restaurantes de comidas típicas y los tradicionales cafés, un ambiente cálido y muy tranquilo.
La bella ciudad de Estrasburgo, que fuera a lo largo de su historia a veces francesa y a veces alemana, guarda tradiciones de ambas culturas y tiene también las suyas propias, que son muy agradables de conocer mientras disfrutamos de unas hermosas vacaciones.
¿Qué les pareció la Petite France? ¿Han visitado Estrasburgo alguna vez?