Con un poco de ingenio y mucho corazón, salvaron la vida de una tortuga en peligro de extinción
Había pocas esperanzas para una tortuga herida en Tailandia, pero gracias a una aleta prostética pudo volver a nadar.
Las tortugas marinas se encuentran en peligro de extinción, ya que los humanos son su único depredador por la caza furtiva, la destrucción de nidos y el cambio climático.
Es común que las tortugas sufran accidentes en el mar debido a residuos de plástico o encuentros con barcos: sus hélices pueden romper sus caparazones o mutilarlas.
Así es el caso de Goody, una tortuga marina oriunda de Tailandia que hace algunos años perdió la aleta izquierda en una red de pesca, dejándola sin movilidad, estresada y fuera de su hábitat natural.
La tortuga fue rescatada y rehabilitada por un grupo de veterinarios en Tailandia, quefabricaron la primera aleta prostética para su especie y ahora Goody puede volver a nadar con normalidad.
Desde 2019, investigadores de la Universidad Chulalongkorn en Bangkok trabajan en el desarrollo de prótesis para tortugas heridas. Ahora son un realidad y es un proyecto que se replicará en Japón y Estados Unidos.
Hasta la primera semana de 2020, la tortuga Goody tenía poca movilidad y vivía en un espacio pequeño junto a otras tortugas que también estaba en rehabilitación física.
Goody es la primera de 10 tortugas que serán atendidas con aletas prostéticas para volver a nadar con normalidad. Las prótesis no garantizan que las tortugas estén listas para volver al mar; sin embargo, mejorarán su calidad de vida en cautiverio.
De acuerdo con Nantarika Chansue, la veterinaria líder del proyecto, el equipo trabaja para desarrollar las mejores aletas prostéticas en el mundo y así poder salvar el mayor número de tortugas posible. Las aletas se ajustan a las lesiones, hábitos de nado y peso de cada tortuga.
Previo a la rehabilitación de Goody, también en Tailandia fueron robados huevos de tortuga laúd, otra especie en peligro de extinción.
En el país asiático, los huevos de tortuga están protegidos por la ley y su robo se castiga con 3 a 15 años de prisión; sin embargo, los humanos todavía son una amenaza para la especie marina.
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