El baile es una ocasión ideal para ligar. También para los dinosaurios, según este curioso descubrimiento.
Valses de gigantes
¿Te imaginas al Tyrannosaurus rex haciendo el «baile del pollo» para conquistar pareja?
Paleontólogos han encontrado unas huellas de dinosaurios que no parecen estar relacionadas con ninguna de las que eran sus actividades vitales cotidianas y han lanzado la hipótesis, para nada descabellada, de que pudiera tratarse de rastros producidos por unos gigantes enamorados en pleno galanteo.
Después de todo, las aves modernas son descendientes de los dinosaurios y recurren a danzas y bailoteos, raspando el suelo, para conseguir agradable compañía.
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Cuatro pistas de baile
Los científicos de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, han encontrado las huellas en 4 sitios distintos del estado. Pudieran ser marcas amorosas de T-rexs o de Velociraptores, pero lo más probable es que sean de Acrocantosaurios, unos colosos que fueron los carnívoros más grandes de la pista de baile en su momento.
Estos supuestos bailarines pesaban hasta 6 toneladas, medían 11 metros de largo e intimidaban a sus rivales con unas espinas óseas situadas sobre su columna vertebral. Las apasionadas coreografías tuvieron lugar hace unos 100 millones de años.
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Bailes de pasión
Los avestruces, halcones, codornices y otras aves tienen cada una su danza del amor, en las que hacen contorsiones y excavan el suelo frente a las parejas que pretenden. Estas marcas son más profundas en la medida que el arrebato es mayor.
Por la abundancia, el espaciado y la profundidad, los especialistas en huellas de dinosaurios no creen que se trate de raspaduras asociadas a la búsqueda de comida o de agua, ni al marcado de territorio, la construcción de nidos o a las que se suelen encontrar en sus lugares de reuniones.
La hipótesis más probable que se le ha ocurrido a los paleontólogos, basados en el comportamiento de las aves actuales para ligar, es la del baile de seducción.
¿Disfrutando del baile o aterrados?
Otro paleontólogo que no está muy convencido de la teoría de la danza amorosa, ha especulado que pudiera tratarse de ruidosas manifestaciones de temor de los Acrocantosaurios para alejar a otras criaturas más temibles.
La verdad es que cuesta trabajo imaginarse a estos titanes, tanto asustados como bailando para hacer una conquista.