Como todas las grandes islas del Mar Mediterráneo, Cerdeña guarda leyendas de invasiones milenarias que, a la larga, fueron dando forma a su cultura y al carácter de su gente. Cuando visitamos esta espléndida y pequeña isla no cuesta nada imaginarnos por qué motivos fue siempre tan codiciada, máxime si nos hospedamos en la Costa Esmeralda, área privilegiada de la región de Romazzino.
Belleza y literatura en Cerdeña
Hacia el año 1922 el poeta y novelista inglés D. H. Lawrence pasaba la mayor parte de su tiempo en Italia y en las costas mediterráneas. Su propósito era encontrar un lugar que beneficiara su salud y diera satisfacción a su gran sentido estético.
En uno de sus viajes pasó a Cerdeña desde Taormina, estuvo dos meses en Alghero y luego se dedicó a recorrerla en su totalidad. Ello le inspiró a escribir su libro titulado El mar y Cerdeña. Quien le hablara de las bellezas que iba a encontrar allí fue su amigo y editor. Ambos entusiasmaron a sus conocidos y estos a sus amistades y pronto la isla fue visitada por los ingleses que llegaban buscando nuevos paraísos turísticos.

Desde mediados del siglo XIX Cerdeña es parte del estado italiano, pero su cultura registra influencias muy diversas tales como la ocupación española que duró cuatrocientos años y antes que ellos la de los navegantes provenientes de las Islas Baleares, que a su vez fueron precedidos por romanos y fenicios que se dicen fueron quienes la descubrieron.
Es que su ubicación no podía ser más accesible, situada entre Italia, Francia y Túnez, separada de Córcega por tan sólo el canal de Bonifacio, era inevitable su destino de escala marítima en viaje hacia otros puertos.
La historia contada en museos
Durante muchos años se explotó el granito que se extrae de sus montes y el corcho que producían sus árboles, pero en la actualidad es el turismo el principal ingreso de la bella isla.
En su capital Caligari hay muchísimos museos para visitar pero todos prefieren seguir viaje hacia el Norte, donde se abre la famosísima Costa Esmeralda, así llamada por el color de sus aguas. Aquí la brisa es fresca y suave lo que hace más llevadero el calor; el agua es tan transparente que se puede observar el fondo rocoso iluminado por el sol hasta casi veinte metros de profundidad.
La mayoría de las especies vegetales del Mediterráneo se hayan aquí reunidas, desde la lavanda y el enebro hasta los arrayanes y los robles, la combinación es entonces inigualable, deliciosa y estimulante, es por ello que nadie partirá de Cerdeña sin desear volver.
¿Qué lugares importantes en la historia de Cerdeña te gustaría conocer?