
La gastronomía supone uno de los aspectos más atractivos de cualquier destino; sin embargo, existe algo mejor: participar en un taller de cocina local. Durante los últimos años, lugares famosos por sus comidas como la Costa Amalfitana en Italia, Marruecos o la India se han apuntado al carro de estos talleres como un modo de interacción y excusa para descubrir al mundo las costumbres locales, algunas de las 6 razones por las que apuntarse a un taller de cocina al viajar es una genial idea.
#1 Conocer la verdadera cultura
Los talleres de cocina o "vacaciones culinarias" nos aseguran la experiencia de cocinar junto a expertos o familias que conocen a la perfección los buenos alimentos locales, los utensilios necesarios y, especialmente, la elaboración de los platos locales más típicos. Una ocasión para interactuar en primera persona con la población más auténtica lejos de las zonas turísticas en las que los platos son más industriales, caros e impersonales.
#2 Aprender técnicas desconocidas
Durante estos talleres comprobamos que, al fin y al cabo, existen alimentos universales: patatas, arroz, verduras o carnes utilizados igualmente pero cocinados de forma diferente. Nuevas formas de cocinar un huevo, de combinar especias o de aprovechar esos restos de pollo que no incluimos en un último guisado, pueden ser descubiertos en unos talleres en los que nadie desaprovecha el género y donde la eficacia a la hora de fabricar un plato está asegurada.
#3 Hacer nuevas amistades
Además de los locales o chefs que organizan los cursos, en esta nueva experiencia conoceremos más gente con gustos afines a los nuestros. Seguramente conozcamos algún compañero de taller con el que intercambiar recetas, consejos entre fogones o miradas furtivas con ese nuevo ligue que podemos conocer del mejor modo: conquistando por el estómago.
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#4 Utilizar productos naturales
En el taller de cocina más famoso de la vietnamita ciudad de Ho Chi Minh, la elaboración comienza tras recoger soja en el jardín trasero, en Nápoles los tomates para elaborar la pasta son frescos y los talleres rurales de Andalucía trabajan con aceite de oliva virgen. Conclusión: los expertos y locales suelen trabajar con alimentos de calidad, ecológicos y naturales, por lo que además de aprender a cocinar tendremos la seguridad de consumir productos 100% recomendables.
#5 Ampliar nuestro repertorio
Muchas veces nos encerramos en una selección de platos sin atrevernos a ir más allá por miedo o debido a la búsqueda interminable de productos extranjeros que no encontramos. Sumergirnos en un taller de cocina local, como cualquier otro aspecto viajero, nos ayuda a abrir la mente y experimentar con nuevas recetas, sabores y combinaciones que hará las delicias de nuestros invitados al volver a casa.
#6 Comer lo que se cocina
No hay nada mejor que vernos envueltos en el proceso de elaboración de un nuevo plato hasta entonces desconocido y saber que, al final de la jornada, podremos degustarlo y juzgar por nosotros mismos. Normalmente, los asistentes al taller cocinan en parejas, asegurando que al final del horario todos se reúnan en torno a una mesa y en un ambiente propicio para degustar el resultado aderezado de unas cuantas copas de vino local, especialmente si se trata de un taller en el sur de Francia.
Estas razones por las que apuntarse a un taller de cocina cuando viajamos confirman el encanto de una modalidad viajera cada vez más en alza y extendida a una mayor cantidad de países como Perú o Vietnam, lugares en los que la comida típica se ha convertido en cebo para miles de turistas hambrientos y curiosos. "Come, cocina, conoce", así podríamos describir, a modo de eslogan publicitario, la experiencia de convertirnos en un chef globalizado... viajando.