Grecia es un destino que solemos relacionar con el verano, las playas y las casas blancas. Sin embargo, existen muchas razones para visitar Grecia en invierno y no sólo por el reducido aforo del que disfrutan la península e islas de esta cuna de la civilización convertida en imprescindible del Mediterráneo.
1. Menos gente
Obviamente este es un factor obvio cuyo lado positivo nunca concebimos. Si un lugar es turístico en verano, una isla lo es en mayor medida, resultando más bulliciosa y agobiante. Viajar en verano a capitales como Atenas o islas como Santorini supone una experiencia diferente y nos asegura una estancia en lugares que parecen respirar y lucir más orgánicos. Además, los horarios del ferry entre las islas del Egeo son exactamente iguales tanto en julio como en febrero.
2. La fiebre del hiking
Lugares como la ruta de los olivos de Portaria o los itinerarios costeros de la isla de Hydra nos permiten apreciar la geografía griega desde un interior de temperaturas más soportables en invierno, sin dejarnos la piel en recorrer distancias demasiado extensas. Aderezar estas travesías con típicos paseos en burro o acercamientos a playas y acantilados desde los que contemplar la calma del Mediterráneo y rodeados de pinos, se convierten en una experiencia única y 100% recomendable.
3. Ski en Grecia
¿ Esquiar en Grecia? Descubierto en los años 20 por la élite europea y estadounidense, los deportes de invierno tales como el ski o el snowboarding son posibles de practicar en resorts como Parnassos, donde podremos retar las alturas del Monte Olimpo; Kalvrita, ideal para aderezar las jornadas invernales con vino típico; o Vassilitsa, en el corazón de la península griega, salpicada de infinidad de lagos y bosques nevados. Uno de los grandes desconocidos turísticos del país.
4. Mayor inmersión local
Durante las vacaciones de verano el turismo masivo y la extrema comercialización de todos sus rincones nos impide diferenciar entre las atracciones puramente locales y aquellas que adulteran el entorno. Viajar en invierno a Grecia supone conocer mejor a esos locales que trabajan la alfarería o cultivan uva, los dueños de los restaurantes, los pescadores y los habitantes de interior. Como cualquier país mediterráneo, el turismo ecológico se lleva más en otoño e invierno.
5. SÍ al turismo cultural
Grecia es sinónimo de cultura, posible de visitar tanto en verano o en invierno. Sin embargo, nosotros nos inclinamos por la temporada invernal de precios económicos, mayor tranquilidad e incluso intimidad. Pueblos medievales como Monemvasia, conectado a la península mediante un puente que surca la mar de Mirtos, o complejos cercanos entre sí como la Acrópolis de Atenas y el Oráculo de Apolo en Delphi constituyen algunas de las mejores ideas culturales.
6. Ciudades enérgicas
Lo contrario a los resorts de playa y los pueblecitos costeros suelen ser unas ciudades que, como capitales de país o provincia, cumplen su función de verdaderos centros neurálgicos a lo largo y ancho de la geografía griega. Tenemos el bullicio de los cafés de Atenas, los balnearios de Edipsos o la vida nocturna de Tesanólico, famosa por su ambiente universitario. Propuestas cosmopolitas para turistas que busquen sorprenderse.
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Estas razones para visitar Grecia en invierno nos permiten abrir los ojos y ver más allá de los entornos clásicos de las islas helénicas y sus playas volcánicas. Y es que Grecia, al igual que otros muchos países "condenados" a ofrecer una imagen de lugar exclusivamente veraniega, contiene un fascinante conjunto de lugares culturales, naturales y urbanos cuyos contrastes te empujaran a visitar el paraíso mediterráneo antes del boom vacacional que comienza en los meses de primavera.