Mucho se ha hablado de si es beneficioso castigar o no a los hijos. Estamos de acuerdo con que los golpes no conducen a nada, pero a veces es necesario enseñar de una forma más dura, siendo el castigo fundamental en ese proceso. El punto está en aprender a castigar, en hacerlo de manera efectiva y en EntrePadres te mostramos cómo hacerlo.
¿Cómo actuar?
La sicóloga Laurence Steinberg, autora de Los diez principios básicos para ser un buen padre explica que el castigo tiene que ser desagradable, consistente y debe administrarse con rapidez. Además es importante que nunca disciplines a tu hijo cuando estás enojado, ya que sólo aumenta la probabilidad de ser excesivamente duro.
Controla tu enojo y después castiga
Muchas situaciones te pueden hacer enojar, incluso enfurecer. Por ejemplo, si tu hijo rompió algo muy valioso para ti, te desobedece en algo ya conversado, o te es insolente, es probable que tengas ganas de abofetearlo o de castigarlo duramente, pero eso puede dañar tu relación con él. El manejo de la ira es fundamental en toda relación, por lo que es mejor que respires profundo, cuentes hasta tres, te calmes y decidas qué hacer. Explícale a tu hijo por qué lo estás castigando y hazlo.
Si tu hijo tiene más de siete años puedes decirle que estás tan enojado que más tarde hablarán del tema. Eso sí, debes hacer algo más tarde, ya que es necesario que tu hijo aprenda y no lo repita. El tiempo que transcurre entre la situación y el castigo debe ser solamente lo que te lleve calmarte, ya que si dejas pasar demasiado, la respuesta de tu hijo será menor. Además, de esta manera le enseñarás a tu hijo cómo controlar la ira, con el ejemplo, mostrándole que puedes estar enojado y expresar tu enojo sin perder el control.

¿Cómo sancionar?
Ya hablamos de que la pena efectiva debe ser desagradable, consistente, administrarse con rapidez y no debe ser muy dura. Ahora veremos el cómo hacerlo.
Para que el castigo sea eficaz debemos incluir cinco elementos, por lo general en el siguiente orden:
- Identificar el acto específico que estuvo equivocado.
- Describir el impacto de la mala conducta de tu hijo.
- Darle una sugerencia de alternativas a la conducta indeseable.
- Declarar claramente el castigo que tendrá.
- Explicar las expectativas que tienes para que tu hijo lo haga mejor la próxima vez.
Esto debemos hacerlo cada vez que castiguemos a nuestros hijos. Por ejemplo: tu hijo de nueve años dejó barro por todo el piso de la cocina, a pesar de que muchas veces le has dicho que se limpie los zapatos antes de entrar. Le puedes decir “Te he dicho muchas veces que limpies tus zapatos para que no ensucies la casa (identificación de la situación). Acabo de limpiar el piso y ahora tendré que limpiarlo de nuevo (impacto). Hay una alfombra afuera para que te limpies los zapatos. Si no puedes limpiarlos en la alfombra, puedes quitarte los zapatos y dejarlos afuera antes de entrar (alternativa). Ahora, por favor, busca una fregona y limpia el piso (castigo). Espero que la próxima vez recuerdes limpiarte los zapatos (expectativas).
Una buena regla es que esperes un minuto por cada año de edad de tu hijo, para castigarlo. Por ejemplo, espera cuatro minutos después de que ocurre la situación, si tienes un hijo de cuatro años. En ese tiempo puedes dejar a tu hijo sentado solo, sin ninguna distracción. Ignóralo en ese tiempo de espera, incluso si se queja y sigue haciendo tus cosas. Si se levanta antes del tiempo de espera dile firmemente que todavía no puede levantarse y que regrese donde estaba y que le añada treinta segundos más. Ya después de ese tiempo puedes explicarle su castigo.
Seguir el esquema de identificar la infracción, describir su impacto, sugerir una alternativa, describir el castigo y decir que se espera un mejor comportamiento para la próxima es la forma correcta de castigar. No debemos tener miedo de tener mano dura con nuestros hijos en ese aspecto , ya que si no lo hacemos nosotros y los que nos rodean sufrirán las consecuencias de un niño mal criado, con el cual es difícil convivir.