
El divorcio, incluso cuando se hace como acuerdo necesario entre los padres, es un suceso que afecta la vida de los hijos. Al no tener todos los recursos para lidiar con una situación tan compleja, estos terminan siendo lastimados si los adultos no saben cómo manejarla. Veamos cómo afecta el divorcio a los niños de modo que podamos orientarlos y ayudarlos a superar sus incertidumbres.
Cambios que experimentan los niños tras un divorcio
Nuevas rutinas
La vida cotidiana de los niños cambia radicalmente cuando se produce un divorcio. Al transformarse la dinámica familiar, sea porque uno de los padres se va de la casa o porque el propio menor debe trasladarse con el otro padre, aparecen nuevas rutinas. Se modifica el entorno y las actividades que se realizan, incluso las más básicas; dónde, cómo y cuándo comer y dormir, por ejemplo. Por lo que los sistemas nerviosos de los pequeños deberán adaptarse a estos cambios.
Nueva escuela
Si el niño se muda con uno de los padres, es natural que deba ir a una nueva escuela, donde habrá nuevos maestros, nuevos amigos y todas las personas que aparezcan en ese vecindario. Estos cambios si bien favorecen a la larga el desarrollo del pequeño, deben ser manejados con mucho cuidado por los padres.

Amistades nuevas
La red social que rodea a un niño se transforma radicalmente si, tras el divorcio de sus padres, se muda de lugar. Las relaciones antiguas pueden cortarse de manera abrupta y dolorosa; así mismo aparecen amistades nuevas cuya formación puede ser ardua y con dificultades o ser muy rápidas. Algunas veces este proceso afecta el rendimiento escolar y la estabilidad emocional de los pequeños.
Nuevas actividades
Por supuesto, si hay un traslado escolar las actividades y rutinas académicas del colegio serán otras. Es posible que haya que cambiarse de deporte o comenzar en talleres de interés distintos a los de la escuela anterior.
Estándares de vida diferentes
Cuando los padres se separan los ingresos en el hogar se reducen, por lo cual también aparecen estándares de vida diferentes. Ya no se pueden quizás comprar los juguetes que se compraban antes, las lecciones de música o baile. Es probable que haya que esperar más tiempo para comprar ropa nueva o zapatos. Son realidades que influyen directamente en la vida de los menores.
Sin dudas estas afectaciones son duras para cualquier persona. Los cambios que comprometen nuestra realidad diaria y nuestras relaciones sociales nos imponen altos retos. Imaginémonos ahora lo que puede ser para un niño que apenas ha vivido y no sabe cómo manejar la situación. Y aunque ellos son fuertes y resistentes para adaptarse no les viene nada mal que le brindemos nuestro apoyo en cada uno de estos momentos y le enseñemos a lidiar con ellos. Meditemos un poco.
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