Las hermanas Rosa y Raquel se superan para poder recuperar las clases perdidas, mientras otros jóvenes que también son migrantes presentan problemas académicos debido a los retos que deben enfrentar.
Estudiando sin documentos
No tener papeles es un gran obstáculo para estudiar en la universidad, pero personas como José Reza demuestran que con talento y esfuerzo es posible romper esa barrera. Una vez adentro, sin embargo, tendrá que superar muchos otros retos.


Uno de ellos es Roy Córdoba de 15 años. Él nació en Estados Unidos y cursa décimo grado. Roy creció hablando español porque se crio en México con sus padres.
En la misma situación se encuentran sus primos Evelyn Rodríguez, de 15 años, que también asiste al décimo grado, y su hermano Cesar Rodríguez, quien tiene 17 años y cursa el onceavo grado. Los tres jóvenes viven con su tía Nancy Vejar en las Cruces, Nuevo México.
Los padres de los menores residen en Ciudad Juárez, pero su estatus migratorio no les permite estar con sus hijos. Aunque los jóvenes están al cuidado de su tía necesitan trabajar en el campo para mantenerse y también les ayudan económicamente a sus familias en México.
En situaciones parecidas viven muchos otros menores como ellos.
El reto es doble porque académicamente están en desventaja: ya que aprenden bajo un currículo escolar diferente al de México, y además, su inglés no está al mismo nivel que el de sus otros compañeros.
En el próximo capítulo les contaré las herramientas que utilizan estos jóvenes para salir adelante y poder ingresar en la universidad.
Las gemelas Raquel y Rosa Anguiano están en décimo grado y todavía les falta dos años para asistir a la universidad, pero ya se están preparando académicamente para lograrlo. Ellas aseguran que el reto es doble comparado al de los compañeritos de su edad.
El trabajo en el campo las ha rezagado muchísimo. Perdieron materias en noveno grado que aún no han podido recuperar porque viajan de un estado a otro en busca de trabajo en el campo. A pesar de que ponen todo su empeño, cuenta Rosa, una de las hermanas, tienen miedo de no cumplir la meta.
“Se siente como imposible agarrar los sueños”, dice.
Un sueño que es difícil pero no imposible si siguen los canales adecuados según el personal del programa de estudiantes migrantes de la ciudad de Las Cruces en Nuevo México. Bernardo López, reclutador de esta institución, dice que gran parte del problema es que los alumnos desconocen los recursos que tienen a su disposición.
Todos los distritos escolares del país, asegura, tienen cursos para recuperar los créditos perdidos. Los horarios son flexibles porque pueden asistir por la tarde y hasta por la noche. Incluso pueden tomar sus clases regulares al mismo tiempo que recobran los créditos.
Para obtener esta ayuda se le recomienda al estudiante platicar con el consejero de su colegio. Además de estar inscrito como un estudiante migrante y de esta manera califica y lo recibe gratis.
Las hermanas Anguiano reciben esta ayuda. Pero aún sufren las consecuencias de la brecha académica. A veces trabajan en el campo en la temporada de clases. Ellas cuentan que muchas veces están tan cansadas que ni pueden hacer sus tareas, pero que su economía no les permite otra opción. Mientras, reciben tutoría que le provee el programa para jóvenes migrantes en sus casas.
En el próximo capítulo les contaré cómo han avanzado las gemelas en sus materias. También les tendré los retos académicos y personales que enfrentan otras familias migrantes.
Las desventajas académicas por mudarse de un lugar a otro debido al trabajo en el campo no es el único problema que les afecta a los hermanos Cesar y Evelyn Rodríguez. Estar separados de sus padres quienes viven en México es una situación que les genera preocupación a ellos y a su primo Roy Córdoba quien están en la misma situación.
Los tres jóvenes viven en la ciudad de Las Cruces en Nuevo México con su tía Nancy Vejar. Este ajuste ha creado un desbalance emocional para los menores. El problema es tal que se ve reflejado en el progreso académico y en sus vidas.
Pero su tía Nancy asegura que hay muchos recursos y maneras de proceder para ayudarlos.
Por ejemplo, ella recurrió a asesoría profesional para aprender a lidiar con la situación de sus sobrinos. Dice que su hogar es humilde, no tienen internet, pero esto no es obstáculo para que sus sobrinos avancen. Las tareas de la escuela las hacen en la biblioteca. Allí tienen acceso a computadoras e internet. Otro paso que le funciona a la tía es estar en constante comunicación con los maestros. De este modo sabe qué sucede con los jóvenes y como los puede apoyar. Poco a poco han avanzado y ya saben más inglés, según nos cuenta.
Nancy trata de que vean a sus padres para que el proceso sea más fácil. Cada fin de semana, si es posible, los lleva para que crucen la frontera y sus familiares los esperan en Ciudad Juárez en México. Todo con el objetivo de crearles un ambiente saludable para que logren su objetivo de ir a la universidad y convertirse en profesionales.
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