El espinosaurio ( Spinosaurus) es el dinosaurio que apreciamos a la derecha. A la izquierda de la foto encontramos a un viejo amigo, el Tiranosaurio Rex, con quien el espinosaurio compartía territorios y algún que otro problema de convivencia.
Estos dos dinosaurios vivieron en el mismo período, ambos eran carnívoros y ambos eran muy, muy feroces. Obviamente, con las constricciones medioambientales que les imponía su hábitat los espinosaurios y los tiranosaurios seguramente no se llevaran del todo bien para organizar los recursos disponibles. Sin embargo, con esto en cuenta, igualmente pudieron convivir durante millones de años. ¿Pero cómo lo hicieron?
Romain Amiot, paleontólogo de la Universidad de Lyon 1 en Francia parece haber dado con el quid de la cuestión. La respuesta de este dilema paleontológico se encuentra en los dientes de los fósiles de los espinosaurios, piezas fósiles que se suelen conservar muy bien y soportan mejor los procesos destructivos del suelo que los huesos normales.
Amiot realizó análisis químicos sobre algunos dientes de estos animales buscando medir los niveles de oxígeno presentes en los mismos. Particularmente estudió las concentraciones de oxígeno 18, un isótopo del oxígeno que tiene mucho para decir al respecto del tipo de vida de los espinosaurios.
Los animales marinos y los animales terrestres tienen diferentes niveles relativos de estos dos elementos. En el caso de los dientes de los espinosaurios, éstos presentan concentraciones de oxígeno y de oxígeno 18 similares a los animales marinos, por lo que Amiot plantea un escenario interesante para comprender el estilo de vida de estos reptiles.
Aparentemente estos animales vivían la mayor parte del tiempo en el agua, aunque cazaban en tierra. Con este estilo de vida podrían haber evitado muchas confrontaciones con tiranosaurios, y así coexistir en el mismo ambiente sin correr el riesgo de ser atacado por su competencia.
Los resultados de la investigación no cambian el mundo de la paleontología, ni tampoco la visión general que tenemos de los dinosaurios. Sin embargo, decidí traerla a luz para poner de manifiesto una vez más los avances científicos, que en este caso permiten deducir el estilo de vida entero de una especie simplemente a partir de una pequeña porción del esqueleto de un ejemplar.