Ciencia y Tecnología

¿Tienes las defensas bajas? Cuidado con la soledad

22 Dic 2015 – 12:00 PM EST

Una reciente investigación con primates y humanos acaba de demostrar que la soledad altera la estructura genética que activa las defensas frente a las infecciones. Veamos de qué se trata.

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Los estragos de la soledad

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Más allá de la sabia expresión «es mejor estar solo que mal acompañado», la soledad tiene efectos nocivos para la salud mental, los cuales, tarde o temprano, se reflejan en la salud física. La ausencia o la poca presencia de sana compañía, lleva a las personas a un círculo vicioso que se retroalimenta negativamente con más aislamiento.

Con el tiempo, van apareciendo desde preocupaciones infundadas y ansiedad, hasta eventos severamente depresivos y pérdida de la percepción de la realidad. Curiosamente, estas situaciones se potencian en momentos que actúan como detonantes, como el día de cumpleaños y otras fechas emblemáticas, en las que la persona que se ha confinado voluntariamente, puede llegar a la autoflagelación por su soledad, empeorando su cuadro.

Pero, a fin de cuentas, nada de esto es nuevo y existen ciento de miles de estudios y documentos que lo analizan, recomendando los correctivos pertinentes. Lo que sí constituye una novedad es que, al parecer, la misma estructura genética del sistema inmunológico cambia desfavorablemente en las personas en soledad prolongada.

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Una cuestión de genética

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Se estima que en el mundo hay aproximadamente un 8 % de personas que presentan un comportamiento solitario lo suficientemente serio como para considerarlas casos clínicos o en camino a convertirse en tales. Nuevamente los primates han acudido en sacrificado auxilio para el diagnóstico de los problemas de los seres humanos.

Investigadores estadounidenses seleccionaron un grupo de monos macacos, uno de los primates más sociales que existen, y los observaron durante un tiempo, identificando a aquellos que presentaban menores niveles de sociabilidad. Esta muestra de monos solitarios y algo tristes fue sometida a una evaluación especial, estableciéndose que los genes que debían disparar los alertas ante las infecciones, particularmente aquellos que tenían que activar la inflamación de los tejidos, que suele ser una de las respuestas primarias ante un contagio, no hacían su trabajo o lo realizaban muy lentamente.

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Una prueba cuestionable

Incluso, la investigación cruzó una frontera con un hecho que a muchos podrá parecerle detestable. Un grupo de los monos fue infectado con un virus que actúa en los simios de manera parecida a como lo hace el VIH en los humanos.

Los primates menos sociables contagiados con el virus tuvieron un comportamiento marcadamente diferente con relación a los macacos más extrovertidos, los cuales presentaron una mejor respuesta ante la enfermedad. El estudio también tuvo su validación con seres humanos, pero a estos no se les transmitió el SIDA. Los individuos más solitarios de la muestra humana manifestaron una respuesta parecida a la de los monos frente a las infecciones.

En resumen, que parece que hay que disfrutar de agradable compañía para mantener los genes a buen resguardo. Es bueno saberlo.

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