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Soy mujer y ya no quiero volver a sentirme un objeto nunca más

24 Oct 2016 – 03:00 PM EDT
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En 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas se decidió a tomar acción para erradicar la violencia contra las mujeres. Hoy, no obstante, más de 20 años después se estima que el 35% de mujeres alrededor del mundo ha experimentado algún tipo de violencia física o sexual por parte de su pareja u otro hombre.

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Pero no es necesario mirar tan atrás ni recurrir a cifras de organismos como la ONU para probarlo. Es suficiente con dar un vistazo a algunos  de las terribles desgracias que han ocurrido en los últimos días en América Latina.

En los últimos días...

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  • En Argentina, Lucía fue drogada y violada hasta su muerte por dos hombres.
  • Días después en Brasil, ocurrió una violación colectiva, cuando una mujer fue secuestrada por 10 hombres que la maltrataron, la obligaron a tener sexo oral con cada uno de ellos y luego la violaron.
  • En México, tres mujeres trans fueron asesinadas en solo dos semanas.
  • En Uruguay, una joven de 14 años fue secuestrada y violada por 4 hombres.
  • En Colombia, una cámara testificó cómo un reconocido jugador de fútbol golpeaba y pateaba a su novia mientras bajaban un ascensor.

Una violencia de mil cabezas

Los casos en que una mujer es víctima de violencia son cada vez más. Este atemorizante fenómeno no es característico de una clase social ni de una religión, sino que abarca a toda la sociedad y representa la manifestación más pura de que muchos hombres todavía se valen de su fuerza física para aprovecharse de la "debilidad" de nuestro género.

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Pero esta violencia hacia el género femenino no es estrictamente física, sino que atraviesa todos los ámbitos de la vida. Está presente en la patada que un hombre le da a su novia, pero también está presente en la concepción de que es la mujer la que tiene que realizar las tareas domésticas. También subsiste en las empresas que les ofrecen a las mujeres un salario más bajo que el que le ofrecerían a un hombre por el mismo rol.

¿Entonces?

Los padres de Lucía nunca más verán su sonrisa. La joven uruguaya de 14 años no querrá salir a la calle y tendrá que lidiar con traumas durante mucho tiempo de su vida. La mujer en Brasil tardará en vencer su miedo y la esposa de Hanyer Mosquera probablemente experimente una gran depresión entre muchas otras graves consecuencias.

Y los casos de estas mujeres son algunos en miles que suceden alrededor del mundo cada día. Pero, ¿por qué deberíamos aceptar que esto suceda? No deberíamos tomar con naturalidad el hecho de que nuestra pareja asuma que somos nosotras las que realizamos las tareas de la casa, ni tampoco deberíamos quedarnos calladas si un hombre nos acosa verbalmente en la calle. Porque es allí donde se origina la violencia: no necesitamos que nos agredan físicamente si ya lo hacen con su forma de pensar. 

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No necesitamos que sucedan atrocidades como estas para reaccionar y no podemos permitir que esto siga sucediendo. Desde nuestro lugar deberíamos decir basta. Basta de tratar a las mujeres como si fuéramos objetos. Basta de tomar con naturalidad que nos griten cuando caminamos por la calle. Basta de que nos cuestionen por querer viajar solas. Basta de vidas y familias destruidas.

Esta es una responsabilidad compartida por todos nosotros y, si queremos ver un cambio, la mejor manera de empezar es por nosotras mismas.

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