La sonrisa es uno de esos gestos humanos prácticamente universales. Todas las culturas la utilizan y, en la gran mayoría, es la forma más común de expresar alegría o felicidad. De hecho, comenzamos a desarrollar la sonrisa como acto social en nuestro segundo mes de vida.
Se han realizado muchos estudios sobre los beneficios de sonreír a menudo, aunque no se necesitan muchas explicaciones científicas para coincidir con la idea de que sonreír es bueno. Ahora, también suele decirse que « sonreír es contagioso» y para coincidir con esa afirmación sí necesitamos un poco más de respaldo científico. Por suerte, dos psicólogas de la Universidad de Wisconsin ya se pusieron a trabajar en ello.
- Ver también: «La risa y lo que pasa en el organismo»
Copiones

Según la investigación llevada a cabo por Paula Niedenthal y Adrienne Wood, psicólogas de la mencionada Universidad, sonreír es efectivamente contagioso. Pero no es el único gesto: fruncir el ceño, por ejemplo, también es algo que se contagia.
Aunque no nos guste admitirlo, la realidad es que somos todos copiones. En un estudio publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences las investigadoras indicaron que en situaciones sociales todos tendemos a intentar imitar las expresiones faciales de quienes nos rodean. Aparentemente, este mecanismo nos permitiría a «probarnos» esa emoción y poder juzgar mejor la situación.
Una habilidad clave

Quizás más interesante es lo que sucede cuando no imitamos las emociones de otro. Según este estudio, podría traernos problemas al momento de interactuar con otros.
De hecho, parece que este es un verdadero problema para gente que por diferentes razones, como una parálisis facial producida de adultos, es incapaz de reproducir estos gestos. Al no poder «probarnos» estas emociones, nos cuesta más comprenderlas y compartirlas.
Esto no sucede, indicó Niedenthal a Cellpress, cuando una persona sufre de una parálisis congénita, es decir, cuando desde nacimiento no puede aplicar este método de imitación de gestos. Una persona de esas características habría aprendido a desarrollar otras herramientas para compensar esta falencia.
Si eres de esas personas a las que le cuesta sonreír, ahora tienes un nuevo incentivo para hacerlo más seguido: puedes decirte que lo estás haciendo por el bien de los demás.
- Si sonreír simplemente no es o tuyo, deberías leer este artículo: «¿Vives con cara de antipático y no sabes qué hacer para parecer más amable? La ciencia te explica a qué se debe»