Si tienes o has tenido alguna vez un perro de mascota, seguramente habrás notado el importante grado de empatía que pueden tener estos formidables animales con los seres humanos, lo cual ha sido consecuencia en gran parte de los miles de años que llevamos conviviendo juntas ambas especies.
Es muy probable también que en más de una ocasión te haya dado la impresión que al acercarte a otros animales e incluso otras personas, tu amigo canino no haya respondido a ello de la mejor manera y te hayas dicho: «¡seguramente está celoso!» Sin embargo, esta es una cualidad que desde el punto de vista de la psicología es exclusiva de los seres humanos. Pero... ¿qué nos dice ahora la ciencia sobre los celos en los perros?
Los celos, una emoción compleja
Debido a la complejidad cognitiva que involucran los celos, esta emoción ha sido asociada exclusivamente a los seres humanos. La misma tiene importantes consecuencias psicológicas y sociales, tanto así, que aparece como la tercera causa de homicidio no accidental si englobamos a todas las culturas del mundo.

Si bien los orígenes y la posible función de los celos han sido objeto de grandes debates, la mayoría de los teóricos coinciden en una característica definitoria: surge cuando un intruso amenaza una relación importante. Y esto, o al menos algo muy parecido, es lo que parece ocurrirles a nuestros fieles amigos cuando mostramos demasiada atención hacia otros.
Ver también: ¿Qué son los celos y por qué los sentimos?
¿Qué dice la ciencia?
Según un estudio muy reciente dirigido por una psicóloga de la Universidad de San Diego, California, los perros pueden llegar a demostrar conductas verdaderamente propias del celo ante determinados estímulos, como demostró en un experimento que ha sido publicado en la revista Plos One.
Ella y su equipo se dedicaron a filmar las reacciones de 36 perros de 14 razas como Yorkshire, chihuahuas, salchichas entre otros, incluidas razas cruzadas, cuando sus dueños no les hacían caso mientras atendían a un perro de peluche muy realista que gemía, ladraba y movía la cola; cuando leían en voz alta un libro con ilustraciones en relieve y también cuando hablaban con un cubo absolutamente inanimado pero con una cara pintada.
Los comportamientos resultantes variaron notablemente, pero fueron mucho más llamativos cuando se trataba del experimento con el perro de peluche, en el que un alto porcentaje de los perros mostraron acciones como empujar al dueño o tocarlo de alguna manera, colocar su cuerpo entre el peluche y el dueño e incluso, agredir y destruir el juguete. El 86% de ellos olfatearon el trasero del perro de juguete como si fuera uno real, por lo que está claro que vieron en estos una intrusión perruna inadmisible.
Aunque también respondieron con conductas similares antes el cubo inmóvil y la lectura del libro, los porcentajes de los perros que las hicieron fueron menores, lo que demuestra que los perros evalúan al “rival” y deciden si su intervención está justificada o no.
Según el estudio, es evidente que estos comportamientos parecen estar motivados por un estado emocional de celos, lo cual coloca un elemento más en los esfuerzos de muchas personas en disipar creencias como que los perros no pueden sentir emociones análogas a las de los humanos, incluso la envidia y la culpa. En cualquier caso, dada su complejidad, es más que probable que estas demostraciones de celo respondan a una forma “primigenia” de esta emoción, la cual también se observa en los bebés de los seres humanos.
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¿Qué opinas de este estudio? ¿Sientes que tu perro ha sido celoso alguna vez contigo? ¡Cuéntanoslo!