Nuestra especie es una especie extremadamente joven. 2.5 millones de años en el árbol evolutivo de todas las especies es un mero segundillo en un siglo entero, y especies con las que hoy compartimos el planeta son infinitamente más antiguas que nosotros. Sin embargo (y la prueba somos nosotros en tanto especie) la evolución y el tiempo no son factores relacionados.
Las causas de la evolución son más simples de lo que puede pensarse. Un conjunto de condiciones propicias geoclimáticas favorecieron nuestra separación del tronco de los primates; sin embargo, a pesar de que esta explicación medioambiental puede resultar muy convincente, algunos prefieren otorgarle más importancia a la explicación genética.
En esta rama se enmarcan el Dr. Bing Su de la Academia China de Ciencias de Kunming, quien junto a un equipo de colaboradores ha estudiado el ADN de nosotros y de primates como los orangutanes o los chimpancés (con quienes nos diferenciamos únicamente por un 1,2% de nuestra composición genética), llegando a la conclusión de que fue una mutación genética lo que nos atribuyó la capacidad de pensamiento racional.
La neuropsina es una proteína con un rol importante en la memoria y el pensamiento, y habiendo estudiado la corteza prefrontal de varios monos del Viejo Mundo y de miembros de nuestra especie llegaron a la conclusión de que ésta se encuentra presente únicamente en los seres humanos, aunque en una variación, la neuropsina de tipo II.
Esto da lugar a pensar que una mutación fue lo que llevó a consolidarnos como una especie diferente, y a pensarnos simplemente como un accidente en el largo devenir de nuestra evolución. Ese 1,2% de diferencia con los primates es muy pequeño, sin embargo, las pruebas muestran que significa mucho.
Vía | DailyGalaxy