Según este estudio científico, la pobreza modifica el ADN y puede causar depresión
La pobreza nos rodea. En la Tierra vivimos más de 7 mil millones de personas de las cuales 795 millones no tienen qué comer. Tan solo en Asia hay 525,6 millones, 214 millones en África subsahariana y unos 37 millones en América latina y el Caribe.
El 60 % de las personas que no tienen para comer son mujeres, el 50 % de las mujeres embarazadas en países subdesarrollados no cuentan con las condiciones propias para el cuidado materno, resultando en alrededor de 300 000 muertes por complicaciones en el parto.
Cada 10 segundos un niño muere por una enfermedad relacionada con el hambre.
La pobreza es un verdadero problema tanto a nivel individual como social. Dificulta rutinas elementales como ir a la escuela o al liceo, la inclusión social, promueve el trabajo infantil para sustentar a la familia, dificulta el acceso a higiene básico, promoviendo la transmisión de enfermedades. Pero al parecer, también afecta a los individuos a un nivel más profundo, del cual no somos conscientes.
Un estudio científico recientemente publicado en la prestigiosa Molecular Psychiatry explica que los niños que nacieron en familias pobres tienen mayor tendencia a desarrollar trastornos mentales, entre otras razones, posiblemente debido a alteraciones en la estructura de ADN.
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Los efectos de la pobreza a nivel físico y mental

La pobreza aporta potentes factores de estrés, tales como la mala nutrición, la preponderancia a fumar y la lucha constante para subsistir.
Estos factores pueden afectar al desarrollo de un niño, principalmente de su cerebro. En este órgano, la estructura de las áreas involucradas en la respuesta al estrés y la toma de decisiones tiene una estrecha relación con el estatus socioeconómico.
En particular, las experiencias tempranas en la vida son críticas para el desarrollo del cerebro. Además, la maduración las regiones responsables de un mayor funcionamiento cognitivo continúa a lo largo de la infancia y adolescencia.
De hecho, varios estudios científicos, uno de ellos es el más amplio en esta temática con la participación de 20 científicos (publicado en otra revista de gran prestigio como la Nature Neuroscience), demuestran que los niños nacidos en familias de bajos ingresos tienen cierta tendencia a desarrollar cerebros de tamaño menor y habilidades cognitivas menores.
Por lo tanto, los niños que nacen en familias pobres tienen mayor tendencia a desarrollar problemas cognitivos y trastornos como la depresión que los niños que nacen en familias pudientes, con mayores posibilidades y estímulos cognitivos.
Entonces, la diferencia aparece durante el nacimiento, porque los niños están sujetos a una exposición prenatal de estos factores de estrés y es evidenciada en la estructura del cerebro.
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Los efectos de la pobreza a nivel molecular
Te presentamos al gen SLC6A4. Este gen codifica para una proteína que transporta la señal del cerebro hacia las neuronas, bajo la forma de serotonina. Este gen es conocido por su rol en la depresión y por esta razón es que el receptor de serotonina es el principal target de la mayoría de las drogas antidepresivas.
Es importante saber que el ADN siempre se encuentra metilado (significa que tienen un molécula metil CH3). Se trata de un mecanismo epigenético utilizado por las células que permite controlar la expresión de los genes, ya que no todos los genes están activos todo el tiempo. De otro modo, seríamos puro caos.
Los científicos de este estudio analizaron el cerebro y el gen SLC6A4 de 138 adolescentes durante tres años consecutivos. Para cada niño compararon los resultados en un mismo período de tiempo. Observaron los cambios en la actividad del cerebro y los patrones de metilación del ADN cerca del gen en cuestión.
Según observaron en los resultados, parecería que nacer con un estatus socioeconómico bajo podría estar relacionado con una mayor metilación alrededor del gen SLC6A4, lo cuál parecería provocar una disminución en la producción de receptores de serotonina, limitando el transporte de la serotonina hacia el cerebro.
Además, reportaron que las amígdalas cerebrales de los niños se volvieron más activas, lo que implica una mayor capacidad para reaccionar ante situaciones amenazantes o riesgosas. En lo que refiere a la actividad de la amígdala cerebral, el equipo descubrió que una mayor actividad está relacionada con el desarrollo de síntomas de depresión más tarde en la vida.
¿Por qué es tan importante este descubrimiento? Pues aporta un nuevo elemento para el entendimiento de enfermedades tan comunes como la depresión.
Sin embargo, en la investigación epigenética, las diferencias genéticas no son el único factor a tener en cuenta. Tal como Seth Pollak, un psicólogo de niños de la Universidad de Wisconsin-Madison explica:
El psicólogo destaca también que la cantidad de niños estudiados es muy chica para estudiar algo tan grande y complejo como la relación entre la genética y el ambiente, teniendo también en cuenta que algunos individuos son más susceptibles que otros a la pobreza. No obstante, el equipo de investigación ya se encuentra planificando un nuevo estudio, cuyo principal enfoque será el de estudiar la metilación de los genes en un grupo de alrededor de 1000 individuos.
Asimismo, este estudio está lejos de ser increíble.
Dan Notterman, un biólogo molecular de la Universidad de Princeton, explica lo sorprendido que está por la excelente construcción del experimento y cómo los resultados muestran una clara relación entre la epigenética, el comportamiento y el estatus socioeconómico.
Y el genetista Robert Philibert de la Universidad de Iowa agrega que:
En la misma dirección, Notterman descubrió hace unos años que las secuencias que se encuentran al final de los cromosomas, conocidas como telómeros, son más cortas en niños que provienen de familias pobres.
Es evidente entonces que hay un vínculo estrecho entre la expresión de los genes y el estatus socioeconómico, o por qué no, el ambiente en el cuál estamos sumergidos desde el nacimiento.
Este descubrimiento es importante ya que demuestra que identificar los marcadores del ADN que están estrechamente vinculados con la actividad cerebral y el comportamiento, podría eventualmente servir para avanzar en el desarrollo de medicamentos antidepresivos.
¿Qué te pareció este descubrimiento?¿ Piensas que esto podría ser la solución para encontrar terapias antidepresivas más eficientes? ¡Cuentanos tu opinión!
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