El afán japonés (y “japonés” más que cualquier otro adjetivo) de colocar un robot en cada hogar para el año 2015 ya ha superado cualquier barrera. Hace unos días presentábamos a HRP-4C, la primer modelo robot, un incalificable insulto a la estética y atroz muestra de hasta dónde puede llegar la mano humana en el reemplazo de lo hermosamente natural.
Hace un par de semanas los japoneses reincidieron en sus extravagantes ambiciones robóticas al presentar a Saya, el resultado de quince años de investigación de su desarrollador Hirohi Kobayashi, y que ya ha desempeñado tareas de recepcionista en la Universidad de Tokio.
La noticia es que Saya ha hecho su debut como maestra en la capital japonesa, desempeñando roles pedagógicos que la llevan al punto de gestualizar como una persona, hablar más de un idioma, organizar tareas para los alumnos y hasta reaccionar enojada ante el mal comportamiento de los niños.
Esta espeluznante creación fue desarrollada para las compañías que quieren ahorrar en costos de personal contratando robots para desempeñar tareas que pueden ser realizadas por los humanos.
Ahora, uno se pregunta dónde queda la incomparable humanidad de nuestra primer maestra, su calidez y su paciencia. Suplantadas por un corazón metálico seguramente no queden en más que una expresión fría e imperturbable.