El Homo Sapiens apareció en Europa hace 35.000 años. Esto es un hecho consensuado por la arqueología y fundamentado por el registro fósil. Las teorías respecto a su origen indican que el hombre moderno llegó desde África, asentándose en varias partes del continente para luego dar lugar a nuestra especie.
En los Cárpatos, en lo que hoy forma parte del territorio rumano, unos fragmentos de cráneo junto a parte de una mandíbula fueron desenterrados en el año 2003, siendo datados en hace 34.000 y 36.000 años, ergo, siendo los fragmentos de uno de los primeros pobladores del continente europeo. Bien, a seis años de su desentierro, la ciencia y el arte trabajan juntas para conocer lo que pudo haber sido el rostro del primer europeo.
El artista forense Richard Neave ( quien hace un tiempo moldeó el rostro de Jesús), basado en su conocimiento de la formación de los tejidos humanos sobre la estructura ósea, ha moldeado en arcilla el rostro de este primer europeo, cuyo sexo no ha sido definido pero sí su posible raza, y no es precisamente caucásica.
Aunque hoy en día no podemos hablar de razas, las razas hace 35.000 años eran un fenómeno real, y este rostro muestra que el primer europeo fue de raza negra, demostrando reminiscencias de sus orígenes africanos.
Emplazado hoy en el escritorio de Alice Roberts, antropóloga de la Universidad de Bristol, el busto es a su vez objeto de debate. Algunos antropólogos alegan que pertenece a la especie Neandertal, y no a la Homo Sapiens arcaica.
Sin embargo, este debate es harina de otro costal, y no ingresaremos a él. Destaquemos únicamente lo más valioso de la noticia: el trabajo artístico y la impresión que causan esos ojos atentos y focalizados del primer europeo.