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Radicalización: cada uno de nosotros es fundamental para evitarla

24 Ago 2017 – 11:55 AM EDT

Raquel, una educadora social que tuvo contacto hace años con algunos de los terroristas que efectuaron el atentado en Barcelona, decidió escribir una carta emotiva que invita a reflexionar, a pensar en la forma que reaccionamos ante el odio y, en particular, nos empuja a hablar de la radicalización y de lo que podemos hacer cada uno de nosotros.

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Su carta

«Quiero explicar cosas que no saldrán en los periódicos ni en la tele. Necesito gritarlo a los cuatro vientos, porque mi corazón está muy triste. Nunca había tenido un sentimiento tan fuerte como este, porque no es racional, no viene de algo que vieras que tenía que pasar o que forma parte de la vida. Viene de otro sitio que no soy capaz ni de describir. Estos niños eran como todos los niños. Como mis hijos, eran niños de Ripoll.(...) Me duelen las chispas que encienden el odio en las redes, en la calle, en el pueblo donde vivo, en los periódicos... Donde se muestra la ignorancia, el rencor, la indiferencia, el no respeto hacia el prójimo, los tópicos, las fronteras, el girar la cabeza hacia otro lado, el no saber ponerse en la piel del otro. (...) Es cierto que nunca lo había vivido en primera persona y esto ha hecho que haya cambiado el punto de vista. Y además ahora lo veo desde el otro lado y estoy destrozada. Las cosas que pasan en la tele o en la otra punta del mundo son cosas que se acaban diluyendo y olvidando, y nunca se sabe lo que es cierto o real. Y terminaba ganando la ira, la rabia e incluso acabamos pidiendo "el ojo por ojo, diente por diente" para castigar estos actos. (...) Me duele que hayan sido ellos… No puedo contener las lágrimas. Mejor dicho, no he dejado de llorar desde el primer día y sé que nunca podré dejar de hacerlo. Estoy destrozada, rota por dentro. Sé que estos días la balanza y el apoyo se decanta hacia las víctimas, hacia los hijos perdidos, las familias destrozadas, la ciudad de duelo. (...) Pero permítanme contarles y enseñarles la otra cara de la moneda, la que no sale en los periódicos, la que no llora en público, la que en silencio contiene las lágrimas porque parece que esté mal visto llorar por ellos. (...) Said, Moha, Moussa, Youssef, Omar... Younes... Y ahora Houssa... (es una pesadilla: la lista es cada vez más larga) ¿Cómo puede ser, Younes...? Me tiemblan los dedos, no he visto a nadie tan responsable como tú … Los actos que habéis cometido no tienen explicación y no son lícitos. La guerra, la ira, el odio no llevan a ninguna parte. Nunca, en nombre de nadie. Ni por nadie. Ni dioses, ni banderas, ni religión… Solo puedo decir que tengo el corazón roto...»

¿Cómo una persona llega a la radicalización?

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Hay uno y mil motivos por lo que una persona puede llegar a radicalizarse. Según The Atlantic la respuesta que prevalece —y que quizá no siempre es así— es la de que los «terroristas son “impulsados” o “empujados” a hacerlo y que el agente decisivo de esa conducción es la patología». No obstante, a medida que el  tiempo pasó y que se estudió más el terrorismo se encontró que «las raíces del terrorismo no radican en el individuo, sino en las circunstancias más amplias en las que ellos viven e interactúan».

Según un estudio de violencia publicado en The Atlantic, «una persona puede ser llevada a hacer cosas extraordinariamente crueles», según el contexto en el que viva.

¿Se puede evitar la radicalización?

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Hay diferentes maneras de, al menos, intentar que eso no suceda. Y estas acciones pueden provenir del gobierno pero también de nuestro día a día.

Según la BBC, «si le das a los jóvenes la habilidad de pensar de manera crítica, serán menos vulnerables a las opiniones extremas». Y ese es nuestro principal objetivo: cultivar en nosotros mismos y en los demás el pensamiento crítico.

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Además es importante aceptar las diferencias y acercarse al otro para terminar con esa brecha y ese estigma: «Necesitamos establecer relaciones con las diferentes comunidades para que se sientan cómodas y también nosotros», agregó a la BBC la Dra. Brooke Rogers.

Creo que ese es el principal aporte que debemos hacer como ciudadanos:

«Nos enseñaron de niños a cruzarnos de vereda; a mirarnos y juzgarnos; a marcar las diferencias. (...) Quiero de una vez cambiar la forma de mirarte y poder verte tal como eres sin señalarte. (...)  Con defectos y virtudes al final somos lo mismo. Entender sin miedo que somos distintos en la igualdad. No habrá leyes que puedan obligar, si no cambio mi forma de mirar. Este mundo me enseña a encasillar y a decir: soy mejor que tú. Aceptarse en lugar de señalar. Conocerse en lugar de separar. (...) Nos enseñaron de niños a cruzarnos de vereda, tal vez estemos a tiempo de olvidar las diferencias…», dice una canción de una murga uruguaya y ese es el meollo de todo este asunto: aceptarnos, unirnos, pensar diferente pero ser constructivos.

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Recientemente, en el Reino Unido se propuso controlar el Internet de todos los ciudadanos para, así, poder encontrar indicios de radicalización. Sobre todo si se tiene en cuenta que muchos grupos terroristas están actuando y sumando seguidores a través de las redes sociales y del mundo cibernético. Si bien la propuesta de Theresa May fue bastante polémica y permitió debatir sobre las libertades individuales y el terrorismo, también pueden existir otras medidas a nivel gubernamental.

Un modelo para evitar la radicalización

Aarhus, una ciudad de Dinamarca, creó un plan para evitar la radicalización. Para cumplir este objetivo brinda asesoramiento específico para aquellas personas que se han radicalizado. Según EIP «el modelo de Aarhus también es conocido por su enfoque en la rehabilitación de los combatientes que han regresado de Siria. Aquí, la rehabilitación involucra a padres, redes familiares, trabajadores sociales y maestros, quienes apoyan a jóvenes en riesgo».

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Otro modelo puede ser el de Mechelen en Bélgica. Según este sitio web «la ciudad ha adoptado una visión integral con un fuerte enfoque en la prevención. Existe un diálogo comunitario».

Cada uno puede aportar desde su lugar para evitar la radicalización, pero el primer paso es aceptarnos entre todos.

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