¿Eres de los que comen queso con pasta en lugar de pasta con queso? ¿No puedes resistir los cubitos de queso o los bastones de mozzarella cuando te sirven una picada? Es posible que seas un adicto al queso. ¿Eso existe? ¡Parece que sí! Al menos eso es lo que concluyó un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan.
¿Cuál es la comida más adictiva?

Mira esa masa dorada, ese delicioso queso derretido y la increíble salsa de tomate que hay debajo... ¿Se te hace agua la boca? No estás solo, cuando los expertos pidieron a un grupo de estudiantes que puntuaran diferentes alimentos según su adicción a ellos, la pizza fue la ganadora.
Según los datos obtenidos, las comidas más procesadas y con más grasas son las que generan mayor adicción. La pizza además cuenta con el azúcar de la salsa de tomate y, por supuesto, con el queso, lo cual nos lleva al siguiente punto:
¿Por qué el queso es tan adictivo?

Al igual que otros productos lácteos, el queso posee una proteína llamada caseína. Este compuesto es clave para explicar por qué no puedes comer solo una rebanada de pizza. Cuando se digiere, la caseína genera unos opiáceos llamados casomorfinas. Así es, opiáceos. Las casomorfinas interactúan con los receptores de dopamina de nuestro cerebro y generan esta adicción.
Pero, si la caseína está presente en todos los lácteos, ¿por qué no nos volvemos adictos al yogurt? El problema con el queso es que, tras procesarse la leche para elaborarlo, tiene una concentración mucho mayor de estas problemáticas proteínas.
La buena noticia es que dicen que aceptar que uno tiene un problema es el primer paso a la recuperación, aunque no estamos seguros de querer recuperarnos de una adicción tan deliciosa como la adicción al queso. ¿Tú tampoco puedes abandonar este riquísimo lácteo? Quizás nos encontremos en alguna reunión de Quesohólicos Anónimos.