Protoindoeuropeo: el ancestro común entre el español, el persa y cientos de idiomas más
La historia bíblica de la Torre de Babel describe una época en que todos los pueblos hablaban una misma lengua hasta que Dios creó los diferentes idiomas para obstaculizar la comunicación y evitar que se construyera esta mítica torre.
Como toda leyenda, parece haber algo de realidad detrás de este relato. Los lingüistas han estudiado las diferentes lenguas de las que se tiene conocimiento y las ha organizado en familias, todas parte de una especie de árbol genealógico en el que se pueden rastrear los diferentes ancestros, o « protolenguajes», de cada una.
No contamos con registro alguno de estas antiguas lenguas, pero los expertos han logrado reconstruir algunos aspectos de estos idiomas e incluso hay quienes han intentado retroceder hasta un posible único protolenguaje, un idioma de Babel.
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Una gran familia

El español, sabemos, proviene del latín y, junto con el italiano, el portugués, el francés, el rumano y otro puñado de idiomas, es parte de las llamadas « lenguas romances». Pero la evolución del español y sus lenguas hermanas a partir del latín es relativamente corta en comparación con la larga vida de las lenguas europeas.
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El idioma español y el resto de los idiomas derivados del latín pertenecen a una gran familia que incluye a la gran mayoría de los idiomas europeos, así como a un gran número de lenguas asiáticas, extendiéndose desde Irán hasta Bangladés. Dada su expansión territorial, los expertos decidieron darle el nombre de protoindoeuropeo a este ancestro común.
Se cree que los hablantes de esta lengua habrían habitado la zona del cáucaso y, desde allí, este idioma se habría extendido por Europa y parte de Asia. Esto habría sucedido alrededor del 3300 a E. C., antes de que estos pueblos desarrollaran un alfabeto. Por esta razón, no hay registros de ningún tipo de esta lengua... ¿Cómo puede ser, entonces, que los lingüistas estén tan seguros de su existencia?
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Reconstruyendo la historia
Es difícil creer que idiomas en apariencia tan diferentes como el persa y el español puedan tener un ancestro en común, pero hoy en día este es el consenso en la comunidad lingüística. Esta conclusión, claro está, no es una a la que se haya llegado a la ligera, sino que es el producto de estudios extensivos de las diferentes lenguas que conforman la familia indoeuropea.
Para entender el protoindoeuropeo y cómo este dio lugar a una variedad lingüística tan grande, los lingüistas intentaron reconstruir, al menos en parte, este ancestro perdido. Pero ¿cómo es posible reconstruir algo de lo que no se tiene ningún tipo de registro?
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En parte, los lingüistas lo lograron estudiando los mecanismos que han dado lugar a la evolución de idiomas más recientes, aquellos de cuya transformación sí se tienen registros. Esto les permitió detectar una serie de patrones que se repiten en la evolución de idiomas de todo el mundo.
Al conocer estos mecanismos, los expertos pueden imaginar el camino inverso y detectar puntos en común que a simple vista podrían no ser tan evidentes. Se trata de un verdadero trabajo detectivesco que, de cierta manera, permite viajar al pasado y echar un vistazo a un aspecto clave de la cultura de nuestros antepasados.
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