En Japón la población ha ido disminuyendo a tal punto que el año pasado se registraron menos de 1 millón de nacimientos. Recordemos que las tasas de natalidad no habían estado por debajo del millón desde 1899. En esa época, no obstante, si bien la población era más pequeña, las familias solían tener más hijos.
Esta es una problemática compleja en la que intervienen muchos factores: hoy queremos centrarnos en uno de los principales, el comportamiento de los jóvenes.
Falta de buenas oportunidades laborales

Más allá de que parte de la población priorice su trabajo antes que su familia, también es una cuestión de posibilidades. Al parecer, las oportunidades estables para los jóvenes cada vez son menos, sobre todo para los hombres. Este último punto atenta contra la tradición japonesa, que coloca a los hombres como el sostén de la familia.
Ahora bien, el problema no es el desempleo per sei. De hecho, las tasas están por debajo del 3 %. El problema está en la reducción de las oportunidades de empleos más estables. Pocas son las ofertas de empleos en las que los hombres pueden trabajar en el mismo lugar hasta la jubilación.
Los jóvenes japoneses, a pesar de tener carreras terminadas, obtienen trabajos temporales, a tiempo parcial, salarios bajos y escasos beneficios.
Además, solo el 20 % de los trabajadores en un empleo inestable son capaces de cambiarse a puestos de trabajos estables en algún momento. Las estadísticas lo demuestran: entre 1995 y 2008, se registró que el número de trabajadores estables disminuyó en casi 4 millones, mientras que los trabajadores inestables aumentaron a 7,6 millones.
Para Jeff Kingston, profesor de la Universidad de Temple, en Japón, este cambio comenzó en los años noventa, tras la revisión del gobierno de las leyes laborales. Con el tiempo y la necesidad de las empresas de reducir costos, los trabajadores temporales se volvían más necesarios.
Vidas marcadas por una presión constante
Los empleados de trabajos inestables gastan su salario en rentas, préstamos universitarios y el programa de seguridad social japonés, lo que no deja mucho para vivir.
Para los jóvenes, que luchan por tener buenos trabajos, formar una familia o tener una casa no representan objetivos que puedan alcanzar con facilidad.
Pero además hay otro gran problema: aquellos que sí cuentan con trabajos estables se ven afectados por la gran demanda de personas que quieren trabajar, en la medida en que esta situación genera que las empresas se aprovechen de los jóvenes.
El exceso de trabajo ha sido parte de la cultura japonesa por años y lo cierto es que la situación económica actual no hace más que intensificarlo.
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