Una de las partes más difíciles en la búsqueda de la cura del cáncer es lograr que los fármacos que atacan a las células cancerígenas no ataquen también a las células saludables. Esto disminuiría los efectos secundarios de tratamientos más invasivos que, además de destruir los tumores, terminan dañando otras células que no eran parte del problema.
Los científicos ya llevan un tiempo investigando métodos para administrar los tratamientos de forma más dirigida. Ahora, están investigando si las algas podrían ser la solución a este problema.
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Una alternativa natural

El consenso entre los expertos, entonces, parecería estar en encontrar la forma de administrar medicamentos contra el cáncer por medio de nanopartículas que liberen estos fármacos únicamente al entrar en contacto con células cancerígenas.
Hasta ahora, los experimentos se habían basado en partículas porosas a base de sílice y se habían obtenido resultados promisorios. El problema, sin embargo, radica en la elaboración de estas nanopartículas, ya que es muy costosa y requiere del uso de compuestos químicos industriales
Es allí que entran en acción las algas. Un grupo de expertos de Australia y Alemania encontraron la manera de modificar algunas algas para que funcionen de la misma manera que las partículas sintéticas, sin el mismo complicado proceso de elaboración.
Algas selectivas

Las diatomeas son microorganismos unicelulares pequeñísimos con paredes celulares compuestas por dióxido de silicio, lo cual los hace perfectos como portadores de medicamentos.
Los expertos lograron modificar la genética de estas algas para que se unan únicamente a las células cancerígenas y allí liberen los fármacos deseados. Esto resulta en portadores de medicamentos que son naturales y biodegradables, exactamente lo que los científicos buscaban.
Al probar esta técnica tanto en cultivos como con ratones, se notó una importante reducción en el número de células cancerígenas, lo cual se traduce en resultados muy promisorios para el futuro. Claro está, puede pasar un buen tiempo antes de que el método pueda utilizarse comercialmente en humanos, pero es un escalón más en la lucha contra el cáncer.