Ciencia y Tecnología

Los fósiles debieron tener mucha suerte para conservarse: te explicamos por qué

3 Jun 2020 – 05:26 PM EDT

No basta con que un organismo muera para que se convierta en fósil; debe pasar por un proceso muy complicado y, a veces, afortunado.

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La formación de fósiles es más común de lo que se podría pensar, pero eso no significa que sea un proceso sencillo.

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A lo largo de la historia, los paleontólogos han identificado que los fósiles son conservados por zonas con rocas sedimentarias, lo cual facilita la delimitación para encontrarlos.

El hecho de que se encuentren en zonas sedimentarias da indicios de que los fósiles son conservados gracias un proceso biológico que involucra reacciones químicas de agua, viento y minerales.

No basta con que los organismos vivos mueran y sean enterrados para conservarse, pues deben salvarse del proceso de descomposición.

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Biológicamente, los organismos que mueren son consumidos por microorganismos o bacterias que aceleran su deterioro. Es por eso que es muy afortunado encontrar restos de criaturas que vivieron hace millones de años.

Los dinosaurios son lo fósiles más populares; sin embargo, también existen fósiles de madera, insectos, plantas o criaturas marinas pequeñas, que son los hallazgos más comunes.

La formación de un fósil implica una reacción de minerales con agua, oxígeno y elementos de la tierra, como el lodo.

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Los esqueletos de los humanos y otros seres vivos ya están mineralizados, lo cual facilita el proceso de fosilización y les da una ventaja sobre las plantas, hongos, medusas u organismos de cuerpos blandos, pero también deben tener suerte.

En el caso de los dinosaurios, cuando morían, no había quien los enterrara para que se conservaran intactos bajo tierra. Las criaturas quedaban a su suerte y eran consumidas por otros organismo, incluidos los propios dinosaurios, así que no quedaba rastro de los cadáveres.

El proceso de fosilización está estrechamente relacionado con la forma y el lugar en el que morían. Por ejemplo, si un dinosaurio murió en una cueva es mucho más probable que se haya fosilizado porque estaba protegido de la lluvia, el viento y otras criaturas.

De esta manera, los restos del dinosaurio se fusionaron con la tierra, fueron cubiertos con lodo y pasaron por el proceso de petrificación para que se conservara durante millones de años.

El proceso de mineralización en la tierra implica que los fósiles sean protegidos por rocas muy gruesas. Por eso muchos fósiles están atrapados en rocas que nunca se van a romper para no dañar su estructura.

Pero los dinosaurios no son los únicos organismos que pasaron por un proceso de conservación. Es muy común encontrar madera de hace millones de años y su fosilización es todavía más complicada.

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La madera no está mineralizada, pero depende del agua para vivir. Cuando un árbol está enterrado en sedimentos muy húmedos, el agua se fusiona con sílice disuelta para convertirse en roca.

La partes orgánicas de la madera se mantienen intactas, a pesar de estar cubierta de roca se mantienen los anillos y patrones de los árboles, lo cual es la pista principal para diferenciar un trozo de madera de una roca común.

Si un organismo quedó atrapado en medio del lodo; ya sea un dinosaurio, un árbol o una planta, el proceso de fosilización fue mucho más sencillo.

Existen rastros de biominerales intactos y han ayudado al estudio de cómo era el clima en el momento en que quedaron petrificados.

Las rocas son la formaciones más comunes para encontrar fósiles; sin embargo, el proceso es parecido en alquitrán o ámbar. Este último material incluso sirve para preservar rastros de ADN, aunque es mucho más raro de encontrar.

Aunque existen miles de fósiles repartidos por todo el mundo, su preservación natural no fue sencilla y son afortunados ‘sobrevivientes’ de hace millones de años.

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