Los asombrosamente lúcidos sabios de la Edad Media: Abd Al-Rahman Al Sufi
Hace más de 1100 años vivió en Persia un brillante astrónomo conocido como Al Sufi. Te presentamos sus principales hechos científicos en 4 notas.
Un traductor insigne

El conocimiento astronómico más antiguo fue desarrollado principalmente por sabios árabes y persas y era frecuente la traducción al griego o al latín de obras escritas originalmente por sus autores en una lengua oriental. Pero también se daban casos en contrario.
Los científicos de Alejandría estaban en una especie de punto medio, en una ciudad egipcia, encrucijada entre Occidente y Oriente, casi siempre dominada por el imperio romano. Claudio Ptolomeo (100 – 170) fue uno de los astrónomos más lúcidos de la antigüedad y su tratado, Almagesto, que escribió en griego, fue el paradigma de la astronomía por casi mil años.
Al Sufi fue el encargado de traducir el Almagesto al árabe, poniendo su ciencia al alcance de los sabios orientales que solo conocían ese idioma.
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No solo lo tradujo, también lo corrigió

Al Sufi publicó su propio tratado astronómico, Libro de las constelaciones de las estrellas fijas, en el que no solo describió las cuatro docenas de constelaciones que habían sido establecidas por Claudio Ptolomeo, sino que hizo precisiones y correcciones a su ilustre predecesor.
En la antigüedad no se usaban códigos alfanuméricos para la identificación de cuerpos y objetos, de allí que un solo astro o estrella podía estar contabilizado dos veces, en dos idiomas distintos, según el origen de los astrónomos. Al Sufi introdujo un poco de orden, publicando el primer diccionario de estrellas, indicando su nombre tanto en árabe como en griego.
También fue uno de los primeros astrónomos en facilitar la comprensión de sus descripciones de las constelaciones con dibujos desde varios ángulos, por lo que no es exagerado decir que fue el primer gran redactor-ilustrador de la astronomía.
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Observaciones pioneras
Se cree que Al Sufi fue el primer astrónomo en observar la galaxia de Andrómeda, a la que describió como una pequeña nube en la constelación de ese nombre. No se te olvide que hubo que esperar hasta 1925 para que Edwin Hubble demostrara que Andrómeda era realmente otra galaxia diferente a la Vía Láctea, dando inicio a la era intergaláctica.
También, Al Sufi fue el primero en dar cuenta de la existencia de la Gran Nube de Magallanes, una galaxia que ahora se sabe que es la tercera más cercana a la Vía Láctea, aunque es visible a simple vista desde pocos lugares.
Al Sufi pudo verla desde el actual Yemen, en el extremo suroeste de la península arábiga, y hubo que esperar 500 años para que el navegante portugués Fernando de Magallanes se convirtiera en el primer europeo en observarla, durante su viaje austral, de donde proviene el nombre de la galaxia.
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Un experto en el astrolabio
Antes de que Galileo diera el gran salto tecnológico, convirtiéndose en el primer experto en telescopios, 600 años antes, Al Sufi, también llamado Azophi, se convirtió en el principal especialista de su tiempo en el astrolabio, un instrumento que a pesar de su modestia tecnológica, llenó una época en la astronomía hasta más allá de la Edad Media.
El uso de este aparato, que permitía establecer a groso modo la posición y altura de las estrellas en la bóveda celeste (su nombre significa precisamente «buscador de estrellas») y de gran ayuda para la navegación, fue perfeccionado por Abd Al-Rahman Al Sufi.
¡Y todos estos aportes a la ciencia los hizo un hombre que vivió entre los años 903 y 986!
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