Científicos de la Universidad de Newcastle han demostrado que las bacterias procariotas que se encuentran comúnmente en el suelo tienen la capacidad de olfatear y reaccionar al amoníaco en el aire.
Anteriormente se creía que el olfato estaba limitado a formas más complejas de vida como las eucariota pero los resultados del estudio sugieren que las bacterias tienen cuatro de los cinco sentidos humanos. El descubrimiento tiene implicaciones en la comprensión y control de las biopelículas, la capa química que la bacteria puede formar, por ejemplo, en implantes médicos.
La bacteria ya ha mostrado su capacidad para reaccionar a la luz, algo que puede ser interpretado como una analogía a la vista, y el cambio de genes que expresan al ser expuestas a ciertos materiales muestra una analogía con el tacto. Según Reinder Nijland, uno de los autores del estudio, hay una diferencia entre un organismo reaccionando a un elemento químico que encuentra directamente (en anología a la sensación del gusto) y una reacción a sustancias químicas que están dispersas en el aire.
Los investigadores realizaron el descubrimiento al poner una bacteria llamada B licheniformis en cilindros que contenían distintos líquidos que les hacía multiplicarse.
Algunos eran ricos caldos de cultivo lleno de comida que permitía a la bacteria multiplicarse rápidamente, soltando gas en el proceso, mientras que otros se encontraban en condiciones que permitían el crecimiento de las biopelículas, que puede ser iniciado si las bacterias están en contacto con amoniaco.
Y se sorprendieron al encontrar que algunos cultivos de bacterias aisladas empezaron a formar una biopelícula espontáneamente, y junto a aquellos que estaban mejor alimentados, registraban la tasa más alta de producción de biopelículas.La única explicación para este fenómeno es que las bacterias olieran la presencia de amoníaco directamente del aire que se encontraba por encima de sus cultivos.
Según el Nijland, del Centro Médico de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos La diferencia yace tanto en el mecanismo que olfatea como en los componentes que son olfateados.
Las bacterias son conocidas por utilizar sus sentidos para detectar químicos que indican la presencia de otras bacterias o competencia por la comida.
En algunos casos pueden producir un material muy fino conocido como una biopelícula que hace que se peguen. Algunas biopelículas pueden causar problemas en situaciones que van desde implantes dentales a gaseoductos de petróleo. Un ejemplo claro sería la placa dental.
Los sorprendentes resultados tienen implicaciones en nuestra comprensión de la diferencia entre procariotidos como la bacteria, que no tiene núcleo ni orgánulos internos y eucariotas más avanzadas que incluyen seres que van desde la levadura hasta los humanos.Nijland sostiene que si organismos tan simples como la bacteria son capaces de esto, la habilidad de oler podría haber evolucionado mucho antes de lo que se creía.
El investigador concluyó que entender este fenómeno ayudará a desarrollar métodos de prevenir infecciones bacterianas relacionadas con las biopelículas.